La felicidad del Barça pasa por Hansi Flick: la persona más cuerda en un club de locos
El técnico alemán es el capataz ideal de Laporta para construir un nuevo proyecto ganador
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El Barça es un club que vive al borde de un ataque de nervios. Joan Laporta es un presidente pasional y excesivo, para lo bueno y para lo malo, que resiste en los malos tiempos y pasa factura cuando está desatado. En una institución tan ciclotímica e impulsiva, Hansi Flick parece la persona más cuerda, el encargado de poner orden a un equipo en construcción, tan joven como talentoso, deseoso de enterrar un pasado frustrante y hacer historia.
Flick es una persona sensata, pero también ambiciosa y exigente. Al técnico hay dos cosas que le molestan muchísimo: las excusas y, sobre todo, la falta de puntualidad, como bien saben Koundé e Iñaki Peña, castigados por sus retrasos. En la Ciutat Esportiva, sin embargo, destacan su capacidad de trabajo y su talante afable.
Ansu Fati y Araujo
Hombre comedido, Flick es un entrenador cercano a los futbolistas. De formas suaves, habla poco pero dice las cosas claras. Por ejemplo, a Ansu Fati, de quien dice que ya no rinde al 100% para silenciar un enfado mayúsculo. También supo presionar a Araujo para que continuara en el Barça, como mínimo hasta final de temporada.
Flick, de momento, sigue expresándose en inglés y Laporta está encantado de que así sea. El técnico pone distancias con los periodistas y esquiva algunas preguntas. Ni concede entrevistas personales ni da grandes titulares en sus comparecencias ante los medios de comunicación. Pocas veces se expresa con una palabra malsonante, más allá del sorprendente shit november que utilizó para explicar la mala racha de resultados del equipo en dicho mes.
La Supercopa y la Copa
El Barça, como institución, vive al día, solucionando problemas al límite y su estado de ánimo depende del equipo. Hay ganas de celebrar las victorias y se sufre con las derrotas. En menos de dos meses, el Barcelona pasó de dominar la Liga con gran autoridad a estar a seis puntos del Atlético y a cinco del Real Madrid, pero la mejor versión del grupo azulgrana ha vuelto, en la Supercopa y la Copa del Rey.
Laporta y su director deportivo, Deco, están convencidos de que están construyendo un equipo dominador. Campeón. Flick es el mejor capataz posible. Tanto el presidente como el máximo ejecutivo deportivo tienen mejores sensaciones con el técnico alemán que con Xavi Hernández, superado por la presión del entorno, por sus obsesiones cn el pasado y por su nula autocrítica tras las derrotas del Barça.
Laporta y Deco
Flick, de momento, escucha más elogios que críticas. Tampoco pierde tiempo en controlar el entorno. Con Laporta habla bastante, con Deco, cada día, o casi. Todos tienen la sensación de que es un técnico "justo", pero también dicen de él que "no regala nada". Le gusta que sus futbolistas tengan talento, pero también que tengan carácter, sean atrevidos y respondan bien en las situaciones más complicadas.
A Flick, seguramente, le gustaría tener más cracks en su plantilla, pero no se queja. Sí pilló un buen mosqueo el día que el Barça no pudo inscribir a Dani Olmo, pero su malestar no trascendió de puertas afuera. En cambio sí airea su satisfacción con el fútbol formativo del club. Con la Masía. El técnico alucina con la calidad y el desparpajo de los jóvenes, con Balde, Cubarsí, Gavi y compañía, pero sobre todo con Lamine Yamal.
La renovación
Lamine solo tiene 17 años, pero es el futuro del Barça. A medio y largo plazo. Es un futbolista único, con una zurda prodigiosa. Flick, en cambio, solo es, de momento, el futuro a corto plazo. El entrenador germano no tiene prisa por renovar su contrato y asegura que todavía le queda un año y medio. Una vez más, tiene razón. Dieciocho meses en Barcelona son muchos meses. Muchos jaleos. Muchas movidas y, ojalá, muchas alegrías. Eso, al menos, esperan los culés.