Todos los futbolistas del primer equipo del FC Barcelona dicen lo mismo sobre Hansi Flick: es una buena persona. Cercana. Su trato con los jugadores es afable. De tú a tú con los veteranos y algo más cariñoso con los jóvenes. Ahora bien, Flick marca límites. La barrera la ponen las normas. Si incumples alguna de ellas, Hansi te pega un tirón de orejas.
Los entrenamientos suelen ser a las 11.00 horas de la mañana en la Ciutat Esportiva Joan Gamper. Flick es capaz de llegar con hasta tres o cuatro horas de antelación para preparar sesiones y estudiar y analizar al siguiente rival. Normalmente, la plantilla llega una hora antes, desayuna algo y luego empiezan la sesión. A veces el horario puede cambiar según el contexto. El pasado miércoles, por ejemplo, en pleno parón de selecciones y con pocos jugadores, primer equipo y filial entrenaron juntos a las 9.30 horas.
Como un reloj
Flick es un entrenador muy estricto. No pasa una por alto. La puntualidad es primordial para el técnico del Barça. No se acepta ni un solo retraso. Uno de los ejemplos está en el último partido contra el Alavés en Liga. Jules Koundé llegó tarde a la charla previa y Hansi lo sacó del once para meter a Héctor Fort, según publicó el Sport.
Hansi va de cara. Él manda. Otro ejemplo lo puso con la estrella del Barça, Lamine Yamal. Lo sentó por descanso. En el primer partido, contra el Young Boys, puso cara de decepción por el cambio. Contra el Alavés, lo volvió a repetir. Después habló con él y todo quedó arreglado.
Las concentraciones
Siempre, antes de cada partido, ya sea tanto de local como de visitante, el Barça siempre se concentra. El pasado 1 de octubre lo hizo en el Hotel Sofía, por ejemplo. Hansi quiere máxima concentración antes de cada partido. Además, el técnico no está entrenando en feudo rival antes de los partidos fuera de casa. Todo queda en casa.
Era habitual ver al primer equipo entrenar en Mónaco, por ejemplo, donde jugó el Barça como visitante en la Champions. Los jugadores entrenaron en Barcelona y después viajaron, la misma tarde, al principado. Hansi Flick pone los límites, y también la ambición, a un Barça que tiene hambre de títulos.