Lamine Yamal es la nueva estrella del Barça. El futbolista más determinante, el más querido por la afición. En el campo disfruta como un niño, tal vez porque solo tiene 17 años. En la primera gran noche europea del equipo de Hansi Flick, Lamine no marcó, pero exhibió toda su magia y fue ovacionado cuando el técnico alemán lo sustituyó, a un cuarto de hora para el final.
El cambio sorprendió a Lamine. Tal vez no lo esperaba. No le gustó y torció el gesto. Él hubiera seguido hasta el final, bajó la cabeza y se dirigió, muy lentamente, hacia el bnaquillo del Barça. La afición le aplaudía, pero el delantero no quería el cariño de los culés. Quería jugar un rato más y marcar un gol.
La sonrisa forzada
Flick sabía que el cambio no le gustaría a Lamine, pero debe dosificar los esfuerzos de sus futbolistas. Sobre todo, de los jugadores clave. No está el Barça para sustos ni lesiones que se pueden evitar. En su encuentro con el delantero, Flick chocó la mano y observó una sonrisa forzada de Lamine.
El partido terminó un cuarto de hora después, con cinco goles del Barça, y Flick dando explicaciones a Lamine. El entrenador alemán fue cercano e, incluso, bromeó con el futbolista, a quien quiere especialmente motivado en las próximas citas de la Liga y la Champions.
El nuevo Messi
Flick y Lamine se fundieron en un tierno abrazo. No hay caso, pero quedó claro que el nuevo icono del Barça lo quiere jugar todo, igual que Messi, el mejor futbolista de toda la historia del club y, tal vez, del mundo.
Lamine sueña con ser Messi, aunque el 10 lo tiene Ansu Fati en su espalda. Ansu también iba para crack, pero una lesión de rodilla y varios problemas musculares apagaron su estrella. La de Yamal todavía brilla. Flick no quiere que se consuma demasiado pronto, pero él pide marcha. En el campo se olvida de todos y goza mucho. Hoy, es la sonrisa del Barça.