El Barça es, otra vez, "un club con urgencias", como decía César Luis Menotti. La crisis actual recuerda muchos capítulos del pasado, aunque con matices. En la historia del Barça, muchas temporadas han terminado sin títulos y los barcelonistas no olvidan los 14 años que estuvo el club sin celebrar un título de Liga (entre 1960 y 1974). Pero el actual momento deportivo recuerda los turbulencias de 1988, con Josep Lluís Núñez en la presidencia
La crisis, o gran crisis del Motín del Hesperia, estalló el 28 de abril cuando los jugadores del Barça (con la excepción de Bernd Schuster) y su entrenador, Luis Aragonés, convocaron a los medios de comunicación. En su comparecencia, los futbolistas pidieron la dimisión del entonces presidente, después de que Hacienda les reclamara unas cantidades que pensaban que debía abonar el club. Núñez se mantuvo firme ante la presión de los futbolistas.
Cruyff por Clemente
En 1988, el Barça, curiosamente, ganó la Copa del Rey, pero la tormenta ya se había desatado. La temporada anterior, el equipo azulgrana también fracasó en la Liga, la Copa y en Europa. Y, dos años antes, sufrió una de las derrotas más dolorosas de su historia. Perdió la final de la Copa de Europa contra el Steaua de Bucarest en Sevilla.
Núñez, contra las cuerdas, necesitaba un golpe de efecto. La Generalitat, presidida por Jordi Pujol, quería sacar al empresario constructor del Barça y apoyó a Sixte Cambra. Con una masa social desencantada, Núñez desactivó el fichaje de Javier Clemente y contrató a Johan Cruyff.
Johan sentencia a 14 futbolistas
El extécnico neerlandés llegó con ganas de marcha. De cambiarlo todo, o casi. Entre sus normas sagradas estaba la de prohibir que los directivos entraran en el vestuario. Con Núñez, sin embargo, consensuó la gran revolución y dio luz verde a 14 despidos. Los futbolistas sentenciados fueron Calderé, Urruti, Rojo, Clos, Manolo, Covelo, Pedraza, Gerardo, López López, Víctor Muñoz, Moratalla, Nayim, Schuster y Amarilla.
Cruyff salvó a 10 futbolistas: Zubizarreta, Carrasco, Julio Alberto, Migueli, Robert, Salva, Urbano, Cristóbal, Lineker y Alexanko, que había sido el portavoz de los amotinados. El holandés ya había hecho el trabajo sucio de un Núñez que tiró de talonario para reforzar la plantilla con Unzué, Goikoetxea, Bakero, Begiristain, Serna, Eusebio, Julio Salinas, López Reckarte, Valverde, Soler y Aloisio.
Decisiones impopulares
Hoy, 36 años después, el Barça necesita otro cambio radical. El problema es que ahora no tiene dinero para renovar la plantilla como desearía Hansi Flick. El técnico alemán asume que habrá pocos fichajes y que deberá dar continuidad a los jóvenes de la cantera. Flick, no obstante, deberá tomar algunas decisiones impopulares.
El Barça, posiblemente, necesitará una venta importante para cuadrar sus cuentas. Flick ya ha dicho que cuenta con Araujo y Raphinha. El sacrificado podría ser Ferran Torres. También habrá bajas en defensa. Tal vez, Iñigo Martínez y Andreas Christensen o Éric García. En el centro del campo, Deco está molesto con Frenkie de Jong, quien no ha renovado su contrato a la baja. Si el Barça recibe una oferta próxima a los 80 millones de euros, Laporta sería partidario de venderlo.
Fichajes selectivos
Flick también deberá pronunciarse sobre Ansu Fati. En principio, el delantero será cedido por segundo año consecutivo o traspasado. Tampoco cuenta con Clement Lenglet, que regresa del Aston Villa. Ni con Sergiño Dest, que se recupera de una grave lesión.
El Barça, mientras, deberá ser muy selectivo con los fichajes. La contratación de un mediocentro es prioritaria, pero Martín Zubimendi está casi descartado y Joshua Kimmich es muy caro. El club también busca un extremo zurdo y el jugador más deseado es Nico Williams. Flick, sin embargo, sabe que antes de fichar deberá dar salida a otros jugadores, porque esta es la realidad del Barça de Laporta.