El Barça cambia su plan. El club está hecho unos zorros, con una deuda de 1.200 millones de euros y su masa salarial excedida, y el equipo necesita nuevos estímulos. El presidente, Joan Laporta, se agarra a Hansi Flick, un técnico que hizo grande al Bayern, pero fracasó con la selección alemana, para agitar a un Barcelona con muchas urgencias. Despedido Xavi, el máximo dirigente se la juega con un entrenador que no tiene ADN barcelonista.
Terminado el sainete Xavi, el Barça inicia un nuevo ciclo. Laporta está atado por la precaria economía del club. No puede fichar a los mejores futbolistas y tampoco a los entrenadores que desearía. Pep Guardiola y Luis Enrique están comprometidos con el Manchester City y el PSG hasta junio de 2025. Igual que Mikel Arteta, que tiene un año más de contrato con el Arsenal.
Conocimiento del Barça
El presidente del Barça también contempló los posibles fichajes de Roberto de Zerbi (Brighton), Thiago Motta (Bolonia) y Rafa Márquez (Barça B), pero no quiso jugársela tras un año horrible. Finalmente se ha decantado por un entrenador con un buen currículo (en 2020 ganó Bundesliga, Copa, Champions, Supercopa de Alemania, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes con el Bayern), aunque hace unos meses conocía muy poco de la idiosincrasia barcelonista.
Flick no tiene pasado barcelonista. En su reunión en Londres con el director de fútbol y Bojan, sin embargo, demostró tener un gran conocimiento del club, del equipo y, sobre todo, de las jóvenes promesas del fútbol formativo. También estudia castellano y espera que su adaptación al Barça y a Barcelona sea tranquila.
El Bayern y la selección
Flick era, posiblemente, el fichaje de menos riesgo para Laporta, un admirador de la escuela alemana. En 2021, curiosamente, ya sondeó su fichaje. Segundo entrenador con Joachim Löw en la selección alemana que ganó el Mundial de 2014, es un estudioso del fútbol. Un teórico. Una persona que no deja nada a la improvisación.
El Barça cambiará el modelo de los últimos 20 años. Flick no es partidario de un sistema rígido y prefiere adaptarse a los jugadores. Su Bayern era mucho más intenso y directo que la selección alemana que él dirigió en Qatar 2022. No obstante, su modelo favorito es el 4-2-3-1, tradicionalmente denostado en Barcelona.
El doble pivote
Flick quiere que sus equipos sean protagonistas. Dominadores. La forma, sin embargo, no le interesa tanto. El Barça será un equipo combinativo, pero también más intenso que el de Xavi. Ese, al menos, es su deseo. Con Rijkaard, Guardiola, Tito Vilanova, el Tata Martino, Luis Enrique, Valverde, Quique Setién, Koeman y Xavi, el Barça habitualmente ha jugado con un 4-3-3 o con un 4-4-2 muy ofensivo. Normalmente, con un solo mediocentro. Quien sí apostaba por dos pivots era Radomir Antic en 2003, a quien Laporta no renovó su contrato cuando ganó las primeras elecciones.
Laporta ha renunciado al Barça más cruyffista. A una filosofía de vida. El máximo dirigente necesita resultados a corto plazo. No le interesa tanto un proyecto de larga duración como un tratamiento de choque. Dentro de dos años se celebrarán unas nuevas elecciones y necesita títulos para desactivar a una oposición que se mueve sigilosamente y se dibujan algunas candidaturas.
Las comparaciones con el pasado
En las tres temporadas y media de su segundo mandato, el Barça solo ha ganado tres títulos: una Copa del Rey, una Supercopa de España y una Liga. En dos cursos completos, el equipo ha terminado en blanco, con malas sensaciones, y sigue muy lejos de los grandes clubes europeos. Y peor aún. El Barça actual es mucho más vulnerable que el Barça que dejó en 2010. Y el Laporta actual es mucho más impulsivo que el de hace dos décadas, tal vez porque no tiene a Johan Cruyff, su eterno asesor.