Xavi Hernández explotó tras la victoria del Barça contra el Nápoles. Celebró efusivamente la clasificación del equipo para los cuartos de final de la Champions y luego pasó factura a los periodistas más críticos con su gestión. Fue una reacción sorprendente, que tenía guardada desde hace tiempo, que destapó después de haber gestionado muy bien un partido de altos vuelos. Y riesgo.
El Barça ganó al Nápoles con total justicia y Xavi leyó perfectamente las necesidades del equipo. Al principio y durante el partido. El técnico de Terrassa acertó plenamente con las titularidades de Fermín y Raphinha, dos futbolistas muy intensos y activos mientras estuvieron en el campo. Tal vez pecaron de un punto de ansiedad, pero fueron una pesadilla para la defensa napolitana en los primeros 20 minutos.
El primer gol
Raphinha y Fermín dibujaron el primer gol del Barça el día que Joao Félix parecía que iba a ser titular. Pero no. Xavi fue fiel a sus principios y se la jugó de principio a fin.
El entrenador del Barça también supo corregir el partido cuando pintaba mal. En los primeros minutos de la segunda parte, el Nápoles tuvo mucho más el balón que el conjunto azulgrana. Sufría el Barcelona y Xavi dio entrada a Sergi Roberto y Oriol Romeu para cambiar la dinámica del duelo.
Gundogan mejora
Sergi Roberto acompañó a Romeu en la construcción. Jugó más retrasado que Gundogan, mucho más trascendente cuando se acerca a los delanteros. Con los cambios, el Barça se sintió más cómodo y comenzó a inquietar a un Nápoles ambicioso pero con poca pegada.
Otro gran acierto de Xavi fue la apuesta por Pau Cubarsí en defensa, en detrimento de Iñigo Martínez. El joven central, de 17 años, fue el mejor del partido y en el Johan Cruyff aseguran que será el gran defensa del Barça de la próxima década.
A Xavi le salió todo bien. O casi. Oriol Romeu no estuvo acertado, una vez más, y un error suyo pudo costarle caro al Barça en un partido que comenzó a ganarse en la pizarra, con Xavi superando a Francesco Calzona, el técnico del Nápoles.