Xavi Hernández quiere un Barça valiente contra el Nápoles. Quiere un Barça sin complejos ni miedos. La historia reciente castiga al equipo, pero el técnico azulgrana prefiere quedarse con el vaso medio lleno. Europa, en los últimos años, ha sido una pesadilla para el club, eliminado en 2021 por el PSG en octavos de final e incapaz de superar la fase de grupos en 2022 y 2023.
El Barça ya hace cuatro años que no disputa unos cuartos de final de la Champions. Y su última experiencia entre los ocho mejores de Europa no fue buena. Al contrario. Fue traumática. En el año del coronavirus, la máxima competición europea tuvo un desenlace inusual. Los mejores equipos se concentraron en Lisboa.
Messi y Luis Suárez
En cuartos de final, el Barça se enfrentó al Bayern. No era un día de abril o mayo. Era el 14 de agosto de 2020. Quique Setién era, entonces, el entrenador del primer equipo.
El duelo ya tenía mala pinta. No estaba bien el Barça, con Messi y Luis Suárez despotricando de Setién. Y el Bayern, mucho más intenso, arrolló al equipo azulgrana con un 2-8 que desató la gran crisis barcelonista.
Una mala fotocopia
Luis Suárez fue la primera víctima del desastre de Lisboa. El 2-8 también fue el principio del fin de Josep Maria Bartomeu como presidente del Barça. Joan Laporta, curiosamente, estrenó su segunda etapa como máximo dirigente unos meses después, en París, en el partido en que el PSG certificó la eliminación continental del Barça.
El Barça, que ganó cuatro Champions entre 2006 y 2009, es ahora una mala fotocopia de aquel equipo que seducía al mundo por su fútbol. Ahora es un equipo mediocre, sin magia, sin chispa. Los dos últimos años ni tan siquiera pasó la fase de grupos y ahora necesita ganar al Nápoles para acceder a los cuartos de final, el mal menor de un club que perdería más prestigio y 15 millones de euros si no lo consigue.