Ganar ya no es una rutina para el FC Barcelona. Y mucho menos, en Europa, el escenario de las grandes pesadillas del club desde 2016. La visita del Nápoles, en los octavos de final de la Champions, está marcada por un dramatismo inesperado en un equipo que lo ganaba casi todo hace una década. Entonces, el Barça era la gran referencia del fútbol mundial, la entidad más admirada por sus triunfos y su estética. Hoy, es un gigante con pies de barro, alejado de los grandes focos y que se conforma con entrar en el G8 del fútbol continental.
Joan Laporta, presidente del Barça, sigue sin activar el círculo virtuoso. Hace un año y medio, con la venta de activos del club, rescató a un equipo deprimido y deprimente. Pero su solución (nada) mágica se agotó muy pronto y todos los estamentos del club, incluido sus aficionados, asumen que el curso actual acabará mal. Con suspenso.
El optimismo del presidente
El tiempo corre despacio para el Barça. La Liga es una pesadilla, semana tras semana, y la Champions puede serlo si cae contra el Nápoles o, en caso de victoria, luego es zarandeado por una de las grandes potencias europeas. El optimismo de Laporta no cuela en un club que debe reinventarse. Cada día que pasa, el Barça está peor, con una deuda asfixiante y un equipo que se desmorona.
La clasificación para los cuartos de final de la Champions es el objetivo de mínimos. El Barça se juega su orgullo, su credibilidad y, como mínimo, 15 millones de euros. Mucho dinero para un club con muchas grietas, con una deuda asfixiantes y la masa salarial excedida.
Despedida en Europa
El Nápoles no debería asustar al Barça. En 2020 y en 2022, en pleno declive ya, el equipo azulgrana eliminó al equipo del sur de Italia en la Champions y en la Europa League. Le basta con ganar en su estadio, pero ni Montjuïc es su casa de verdad ni el equipo actual es fiable.
Xavi sueña con una gran noche del Barça. Como recordó en la rueda de prensa previa al partido contra el Nápoles, él ya tiene fecha de caducidad: el próximo 30 de junio. Tiene, también, la certeza de que su obra es incompleta. Tras ganar la Liga y la Supercopa de España, la pasada temporada, le gustaría hacer algo sonado en la Champions: ganarla o, en su defecto, competirla.
La apuesta por Guardiola
Laporta, mientras, se juega más. Mucho más que Xavi. Mientras prosigue la búsqueda del técnico ideal para el futuro, el máximo dirigente sabe que su credibilidad ha perdido muchos puntos y que una eliminación temprana de la Champions destaparía la caja de los truenos. El Barça-Nápoles es vivir o morir. En muchos sentidos.
El panorama actual del Barça recuerda el vivido por el club en verano de 2008. Entonces, el presidente superó por los pelos una moción de censura. Acertó al apostar por Pep Guardiola como relevo de Frank Rijkaard, pero entonces tenía mucho más margen económico que ahora. Un año después, el Barça ganó los seis títulos posibles: Copa del Rey, Liga, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes.
Verano complicado
El Barça tocó el cielo un año después de una crisis que amenazaba con dinamitarlo todo. Ahora hay más paciencia. También, más desengaño. Laporta, como mínimo, ya ha avisado de que no habrá grandes fichajes en verano, pero no puede permitirse otro fiasco en Europa. Al menos, ahora no. Y sabe que algunos socios ya se han movilizado para pedir su cabeza si el equipo cae eliminado. La temporada se puede hacer muy larga si el periplo en Champions termina este martes.