El FC Barcelona se columpia de un lado hacia el otro. En un costado está la vida y, en el opuesto, la muerte. Del partido frente al Getafe (4-0), plácido como ninguno, al lamentable encuentro en San Mamés (0-0), en el que los azulgrana podían soñar con obrar el milagro de conseguir la Liga. ¿A qué versión iban a dar continuidad hoy los pupilos de Xavi Hernández? El Barça fue la nada absoluta, vive sobre la espalda de un chico de 16 años, Lamine Yamal, que metió el único gol del partido (1-0).
Xavi quería tocar cosas. Estaba obligado a hacer experimentos debido a las bajas tan importantes que suponen Frenkie de Jong y Pedri. Ninguno llega contra el Nápoles, que está a la vuelta de la esquina. Y el míster lo sabe, por eso decidió hacer rotaciones. Lewandowski a la banqueta por Marc Guiu. Entre él y Lamine Yamal, que volvía a la titularidad, no suman la edad del ariete polaco.
Guiu adelanta a Roque
La entrada del delantero canterano, claro, en detrimento de Vitor Roque. El 'run run' en la grada empieza ya a ser evidente. El club ha desembolsado 30 millones en fijos y 31 en variables. Xavi no le da bola y prefiere un delantero con características más similares a las de Lewandowski. O porque, ahora que se va, prefiere meter a los suyos y no a los de Deco y Laporta.
El Barça iniciaba el partido con el dominio de balón, aunque sin acercarse con peligro al área. Al menos, se veía al equipo bien posicionado, pero falto de ideas, desesperado en un ataque sin soluciones. Xavi lo intentó con la entrada de Raphinha como interior, pero el atacante carioca destaca más por sus cualidades físicas que técnicas. En la primera media hora, estuvo muy participativo, pero no acertado. Fue una petición de Xavi su fichaje y, contrariamente a Roque, ha pasado por delante de centrocampistas puros y formados en la casa: Fermín López, Marc Casadó u Oriol Romeu.
Un penalti demasiado caro
A los veinte minutos de partido, Lamine Yamal, el talento más puro del equipo, ponía un pase de primeras a la carrera al espacio de Raphinha. Sin quererlo y sin amenaza de cara a portería, el central del Mallorca, Copete pisaba al extremo, hoy interior. Un contacto muy leve, que debió revisar el VAR. La justicia divina le dio la razón a los de Javier Aguirre. Gundogan erraba los 11 metros, con un disparo a media altura y poco colocado. Rajkovic lo paraba sin problemas. Un penalti que le costaba caro al equipo local. Raphinha tuvo que ser sustituido a la media hora, con molestias en la zona del pisotón.
Entró Fermín por él. El experimento de Xavi le salió caro a un Barça que sigue regalando ocasiones de gol. Es débil en los balones aéreos y en los duelos individuales. Y deja mucho espacio a la espalda. Hoy el equipo solventaba la amenaza de las torres rivales, Larin y Muriqi, gracias a un descomunal Pau Cubarsí. Un disparo de Joao Félix, prácticamente desaparecido, desde la medialuna fue el único peligro azulgrana en la primera media parte.
El desespero de la afición
La afición está cansada. Se desespera. Y dejó ir sus primeros silbidos por el juego del equipo. El Mallorca llegaba en un gran momento, de eliminar a la Real Sociedad en la Copa del Rey y ganar al Girona en Son Moix. Es un equipo rocoso, con las ideas claras. Por arriba, en la segunda parte, casi le hace el primero Muriqi a Ter Stegen, en su partido 400 con el Barça. Los de Xavi sufren contra todos los equipos y se agarran a un niño de 16 años. El travesaño también evito el primero de Lamine Yamal.
Óscar Hernández decidió dar un giro de guion y cargar el área. La grada cambiaba los abucheos por aplausos con la entrada de Lewandowski y Vitor Roque. Sustituían a Guiu y a un señalado Joao Félix, a la hora de partido. Los culés se animaban con cada acción de Tigrinho, mostrando así su desacuerdo con el cuerpo técnico. Los cambios no hicieron efecto. El juego del equipo fue un despropósito durante todo el partido, pero el Barça tiene una joya.
La zurda mágica
Lamine Yamal. Un joven que no llega a la mayoría de edad y el abismo. El único jugador con veneno en las botas. Quedaba un cuarto de hora y sacó la zurda a pasear. Él sólo agarró el balón, amagó a un contrario y, desde el vértice del área, la puso suave en la escuadra contraria. El toque de Lamine no sólo gana el partido, rescata a un equipo que no es capaz ni de ser superior al Mallorca. Y en la vuelta de la esquina está el Nápoles, que empieza a asomar la cabeza y asusta. El Barça afronta la eliminatoria con el miedo en el cuerpo.