Frenkie de Jong no levanta cabeza y cada vez queda más patente que se aleja del Barça. Su relación con el club ya parece la crónica de una muerte anunciada. Las recientes declaraciones incendiarias que realizó en rueda de prensa le dejan retratado, especialmente después de que hayamos podido constatar que los famosos 40 millones a los que hizo referencia durante "la rajada" no iban referidos a su salario sino al coste que el neerlandés genera al club: 27,7 millones de salario y 12,3 millones relativos a la amortización de su fichaje.
A nivel deportivo, su rendimiento sigue siendo un drama. Contra el Nápoles no brilló, acompañó a sus compañeros, valga la redundancia, pero su presencia fue bastante pobre. El bueno de Frenkie fue solidario y estuvo eficaz en tareas defensivas pero, una vez más, demostró que es una calamidad para dar salida al balón desde campo propio. El Barça sufre horrores para pasar el medio campo, nadie juega al primer toque y De Jong se pilla unas borracheras de balón que no solo no sirven de nada, sino que, además, son contagiosas. Si no, que se lo pregunten a Pedri, otro que va de capa caída.