La Champions League siempre exige jerarquía a aquellos equipos que quieren llegar lo más lejos posible. En el caso del FC Barcelona, que ha vuelto a jugar una eliminatoria continental después de tres años, esa jerarquía se ha visto representada especialmente por Ilkay Gundogan. El centrocampista ha dejado un rendimiento sobresaliente a lo largo del partido de ida contra el Nápoles, tanto por su aportación ofensiva como por su trabajo sin balón.
Si hay algo que necesitaba el Barça era un paso adelante de alguno de sus jugadores de mayor experiencia de la plantilla, como es el caso de Gundogan. El futbolista mostró una faceta que debe marcar el camino de sus compañeros: el intenso trabajo sin balón. La presión en campo rival del internacional con Alemania fue notable, llegando a dar la sensación de estar en varios sitios al mismo tiempo.
Ya en los recientes partidos se vio al interior azulgrana dar un paso adelante, aunque era necesario ver si esas sensaciones se podían replicar en un escenario tan importante como lo es los octavos de final de la Champions League. La esperanza de Xavi es que Gundogan pueda mantener ese rendimiento en estos meses tan decisivos para competir en la competición continental.
Gundogan, una amenaza en ataque
Además de su influencia en la fase sin balón, Gundogan fue clave para que el FC Barcelona pudiera dominar en los primeros 30 minutos del compromiso disputado en el Estadio Diego Armando Maradona. Los futbolistas rivales no fueron capaces de seguir los movimientos del experimentado jugador alemán, que pudo transitar con total libertad entre líneas para armar las mejores jugadas del encuentro.
Esa capacidad para producir ocasiones de gol se vio especialmente a través de un potente disparo desde fuera del área que fue atajado por Meret. Fue recordar esa versión de Gundogan que tantos estragos causó en su etapa con el Manchester City.