Palo o zanahoria. Xavi Hernández tiene un dilema. El técnico del Barça se debate entre apretar más a sus futbolistas o hacer concesiones para salvar una temporada que, salvo milagro, terminará con suspenso. El último capítulo del buenismo del entrenador de Terrassa tampoco ha funcionado.
El pasado sábado, el Barça ganó en Vitoria al Alavés (1-3). No fue un partido extraordinario, pero sí correcto del equipo azulgrana. Xavi, por un día, terminó contento con el comportamiento del equipo y, una vez más, remarcó que su decisión de poner fecha de caducidad a su etapa como entrenador del Barça fue muy acertada.
La concesión del técnico
El pasado domingo, el Barça se entrenó en Barcelona. Fue una sesión suave y distendida. De recuperación. Y Xavi, después, concedió dos días y medio de fiesta a sus futbolistas.
Xavi optó por darles un descanso para que desconectaran mentalmente. Pudo programar sesiones más físicas, pero optó por bajar la guardia. El resultado no pudo ser más desalentador. El domingo, el Barça empató con el Granada y gracias.
El castigo del Granada
El Granada, penúltimo clasificado, castigó la apatía del Barça. La falta de tensión del equipo azulgrana durante una hora. Después, el grupo de Xavi apretó los dientes y un gol de Lamine Yamal evitó otra derrota humillante.
La realidad del Barça es cruel. Ya está a 10 puntos del Real Madrid y solo recortó uno respecto al Girona, que el sábado fue goleado en el Bernabéu (4-0). La segunda plaza debería ser el objetivo de mínimos del equipo.