Una de las normas no escritas en el mundo del deporte, y en el fútbol en particular, es que no hay que cabrear a un jugador con calidad. Es como un volcán dormido que, en cualquier momento, puede erupcionar. Eso mismo ocurrió con Joao Félix este domingo en Montjuïc, al firmar un auténtico partidazo que decantó la balanza hacia el FC Barcelona. Y que, de paso, diluyó la figura de un Antoine Griezmann opacado.
A dos días del partido ante el Barça, Antoine Griezmann rompió uno de los códigos sagrados y disparó contra un excompañero a pocas horas de enfrentarse a él. El jugador francés le dedicó a Joao Félix una frase controvertida: “Lo hacía bien, pero hay que ser más constante...”, criticó encubiertamente el galo.
Joao Félix habla en el campo
Joao Félix, preguntado al día siguiente por estas declaraciones, prefirió ser elegante y no entrar al trapo. Habló sobre el terreno de juego, como hacen los grandes futbolistas. Su exhibición fue una respuesta en toda regla.
No solo marcó el único gol del encuentro con una suave y maravillosa vaselina, sino que además fue omnipresente y cosió de tarjetas amarillas a la defensa del Atlético. En contraposición, Griezmann realizó un partido mediocre, sin apenas influencia en el juego e incapaz de crear ningún peligro. Tuvo un disparo desde la frontal del área, escorado hacia la izquierda, que Frenkie de Jong sacó a córner tirándose al suelo.
Como cuando jugaba en el Barça
En cierta manera, la triste actuación de Griezmann este domingo fue un recordatorio de su desastroso paso por el Barça, al marcharse por la puerta de atrás tras dejar un agujero terrible en la caja: vino al Barça por unos exagerados 120 millones y se fue por solo 20, en una de las operaciones más calamitosas de la década.
No es la primera vez que Griezmann se deja llevar por su soberbia, como cuando quiso comer en la misma mesa que Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Al francés se le da muy bien lo de hablar, sea en un documental o en una rueda de prensa, pero en Montjuïc se vio opacado por un Joao Félix exuberante. Lección de humildad.