Un quiero y no puedo. Así han sido los tres últimos partidos de Joao Félix con el FC Barcelona. Oportunidades de oro y nuevas exhibiciones de su talento sin parangón para seguir marcando y encandilando a los aficionados culés, pero en los que el joven atacante de 23 años no está teniendo ni suerte, ni puntería. Eso, a pesar de seguir mostrando un fútbol de máximo nivel y de quedarse a las puertas del gol en todos los partidos en los que no ha mojado.
Si bien es cierto que no vio puerta ante el Celta hace una semana, asistió a Lewandowski con un bello pase de cuchara en el primer gol de la remontada. También envió un disparo al palo, cosa que ha sido tónica habitual en los partidos posteriores contra Mallorca, en Son Moix, y este viernes ante el Sevilla. Es decir, tres palos en los tres últimos partidos, uno por encuentro.
Ocasiones en las que ha estado a punto de perforar la portería rival, pero por escasos centímetros no ha podido. Habrá quien diga que el globo de Joao Félix se está desinflando, pero la realidad es que el portugués sigue practicando un magnífico juego sobre el césped. Su importancia en el campo no está en entredicho. Su talento, aún menos, pese a la explosiva irrupción de Fermín López.
Dos sustituciones tempranas
Se trata, en cualquier caso, del segundo partido consecutivo en que Xavi Hernández lo sustituye relativamente pronto. Una situación que esperemos que, en vez de bajar el ritmo y las prestaciones del futbolista, sirva para estimularlo y que se reivindique en los próximos compromisos. El miércoles ante el Oporto, además, estará especialmente motivado al tratarse de uno de sus eternos rivales cuando jugaba en el Benfica.
Joao Félix seguirá teniendo oportunidades, en definitiva, y tanto los goles como las asistencias continuarán llegando. Lo único que debe hacer es mostrar el nivel, actitud y talento que ha sido capaz de lucir hasta ahora, en una adaptación que sorprende por la rapidez con la que se ha gestado.
Los goles volverán a llegar
Frente al Sevilla, por otro lado, ningún otro compañero suyo fue capaz de perforar la portería rival. Tan sólo Sergio Ramos, que envió al fondo de su propia puerta un remate desviado de Lamine Yamal. Tres puntos, en cualquier caso, que valen lo mismo que cualquier otro triunfo. Sea por la mínima, o por goleada.