Remontar resultados adversos se está convirtiendo en marca de la casa del FC Barcelona. Y tiene mérito porque, al final, tantas remontadas no son fruto de la suerte. También de ser un equipo joven, con espíritu ganador e, irrefutablemente, superior al resto. Pero esta tendencia empieza a ser crónica si nos remontamos a la temporada pasada y corre serios peligros.
De entrada, porque los rivales de este año serán muy superiores. Pese a que el Real Madrid todavía debe convencer más, cuenta con un equipo más reforzado. Y si nos centramos en la competición europea, habrá serios candidatos a la Champions, más allá de un PSG que es el clarísimo favorito. Discutir que el Barcelona no tuvo suerte con el bajo nivel de los rivales la temporada pasada es hacerse trampas al solitario. Viendo la final que protagonizó el Inter de Milán contra los franceses, es indiscutible que tenían un nivel bajísimo y que el Barcelona no fue capaz de ganarlos en semifinal porque también le falta nivel.
La suerte de muchos factores combinados no se volverá a repetir. Y, algunos jugadores, parece que no lo acaban de entender. Desde los fichajes de João Félix a Marcus Rashford, pasando por una superioridad moral de algunos como Gavi y con el reto de que Lamine Yamal no se tuerza. Hansi Flick tiene la agenda completa de retos y, cuando la pelotita no empiece a entrar, otras cosas caerán como un castillo de naipes.
Remontar a un Levante recién ascendido a Primera División es una cosa, ir por Europa y no hacer el ridículo en según qué campos, otra. De la ilusión no se puede vivir y del exceso de comida, tampoco. Hace falta apretar el turbo y no creer que, con remontadas a equipos mediocres, las cosas se pueden llegar a maquillar hasta llegar al mes de mayo.