A los que están en contra del fútbol moderno, no les convenceremos. El partido de Miami les parecerá una aberración. Pero en uno de los negocios (legales) más lucrativos del mundo, como es el fútbol, llevar un encuentro de la Liga a Miami es una decisión valiente y necesaria para seguir creciendo.
La vida es una constante toma de decisiones. Nuestro día a día consiste en poner pros y contras en una balanza y elegir, aceptando las consecuencias de lo que escoges y de lo que dejas atrás. Hay veces que lo hacemos de una manera inconsciente, mecánica, casi sin pensar. Y existen otras decisiones que nos llevan toda una vida tomarlas, generalmente por miedo o cobardía.
Es evidente que llevar un Villareal-Barça a Miami perjudica al socio y abonado del Villarreal, al que le arrebatan la posibilidad de ver un partidazo desde su butaca, en la que sufre y disfruta con su equipo cada semana. También perjudica a los aficionados del Barcelona que, aprovechando que Castellón está a un tiro de piedra de la capital catalana, se desplazan para ver el encuentro.
Por supuesto, perjudica a las aspiraciones deportivas de los groguets, que siempre tendrán más fácil ganar al equipo de Flick en La Cerámica que en el Hard Rock Café de Miami, abarrotado de simpatizantes barcelonistas. Pese a todos los inconvenientes enumerados y alguno en el que, por desgracia, no habré reparado, el club dirigido por la familia Roig ha decidido, sin titubeos, aceptar la propuesta de la Liga y disputar el encuentro en Miami. ¿Por qué? La realidad es que hay varios motivos.
En primer lugar, por el aspecto económico. Llenar un estadio de más de 60.000 personas con un partido de fútbol, de nuestro fútbol, en un país en el que el fútbol se juega con las manos, con cascos y a mamporro limpio, ayudará a la Liga a penetrar en un mercado en el que todavía es minoritaria.
Si crea más demanda en el continente americano, podrá negociar al alza la venta de los derechos de televisión en esa zona del mundo. Y, por lo tanto, todos los clubes de la Liga se verán beneficiados. Además, tanto Barça como Villareal recibirán un ingreso millonario. El caché del Barcelona para partidos amistosos ronda los cinco millones de euros. Esta vez, al ser una competición oficial, se llevará 6,5 millones. Es como hacer una gira de pretemporada utilizando una fecha oficial del calendario. Una jugada redonda.
A nivel de imagen, convertirse en la primera gran liga europea que juega un encuentro fuera de sus fronteras es marcarse un tanto ante tus competidores. Pasar por delante de la Premier y ser la primera competición que logra la internacionalización es un gol por toda la escuadra a Inglaterra e Italia.
Si lo miramos desde el ámbito de la organización, los aliados de la Liga son las empresas Relevent y ESPN. El primero es el propietario del Hard Rock Stadium y de los Miami Dolphins. También organiza el Gran Premio de Miami de F1 y el abierto de tenis. A su vez, son los encargados de gestionar los derechos comerciales de la Champions League y organizan las giras de pretemporada del Barcelona y del Real Madrid. Es una empresa de referencia mundial en el sector. También lo es la cadena ESPN, propiedad de Disney, con la que la Liga ha hecho diferentes acciones en Los Angeles y Orlando. Potenciar la colaboración con estas dos empresas, líderes mundiales en sus ámbitos, también es un win-win para todos los clubes de la Liga, no solo para el Barcelona y el Villarreal.
Lo que pretende la Liga no es algo nuevo ni ajeno a otras competiciones u otros deportes. La Supercopa de fútbol de España, de Italia y de Francia ya se disputan desde hace años en países del golfo pérsico, en un ejercicio de lavado de imagen cuestionable. La NBA hace giras por Londres, París y también por México. También lo hace la NFL de fútbol americano o otros espectáculos relacionados con el deporte como la WWE, que organizó un show hace pocos meses en el Palau Olímpic de Badalona. El Rally París Dakar, antes de trasladarlo a Arabia Saudí, tenía una salida itinerante, como el Tour de Francia, que el próximo año vivirá su salida, el Grand Depart, desde Barcelona. ¿Por qué el fútbol español, que responde a un mercado global, debe darle la espalda a la realidad?
El Real Madrid, en un capítulo más de su guerra con Javier Tebas, alude a la desigualdad de la competición. En un comunicado ha pedido a todos los estamentos que impidan que el encuentro se dispute en Miami, ya que “se compromete la legitimidad de los resultados deportivos”. El mismo Madrid que el 16 de noviembre del 2025 acogerá un partido de la NFL en el Santiago Bernabéu. ¿Colabora entonces el Madrid a la “legitimidad de los resultados” de la NFL? El Madrid ejerce una doble moral: rechaza el partido de la Liga en Miami, pero organiza encuentros de otras competiciones, como hizo con la final de la Copa Libertadores en 2021, cuando la trasladaron a la capital. Entonces, Florentino Pérez no tuvo ningún problema para dar cobijo a la final más importante de América en otro continente.
El Madrid, que fundó y defendió a capa y espada una competición autárquica, cerrada y elitista, que no se basaba en la meritocracia deportiva, como fue la Superliga en sus inicios, ahora denuncia una “ilegitimidad deportiva” porque un partido de 380 que tiene la competición, se jugará en terreno neutral. El doble rasero es palmario. Si la organización corriera a manos de Infantino y no de Tebas, el Madrid hace años que habría cogido tanda para disputar encuentros en Miami. Que no nos engañen.
Entiendo a los que defienden que los sentimientos están por encima de todo lo mencionado. Pero yo soy de los que piensa que, dentro de un orden lógico, si ponemos en una balanza los perjuicios y los beneficios que genera este partido para la Liga y para el fútbol español, el partido de Miami debe celebrarse.