La llegada de Marcus Rashford no ilusiona, pero tampoco deja indiferente a la culerada. Es un fichaje de prueba-error que puede salir bien si pasa por las buenas manos del artesano Hansi Flick. Pero, más allá de analizar su perfil, lo que me constata nuevamente esta llegada son las maneras de hacer de un club que, nuevamente, considero que improvisa demasiado.

Si me permitís, primero entro en un otro contexto previo a modo de ejemplo. En el momento que hacen un vídeo de retorno en el Camp Nou coincidiendo con el Trofeu Joan Gamper, saben de sobras que las instalaciones están en un proceso de reconstrucción demasiado primario para volver a menos de un mes. Pero tiran adelante una comunicación totalmente alejada de la realidad que, pocos días después, deben rectificar. Y sí, en esta era de Laporta las cosas siempre acaban saliendo bien, pero el desgaste de imagen también acaba pasando factura.

Una cosa similar ha pasado con la llegada de Rashford, y ahora vuelvo al tema. ¿Cómo puede ser que nadie del club, excepto una persona de seguridad, lo fuera a recibir en el aeropuerto? Por menos, muchas familias vienen a El Prat para recibir a su hijo, su sobrino o su primo después de un stage de una semana en un campus. Nuevamente, la imagen fue un poco decepcionante por no decir cutre.

Hasta tal punto que los periodistas, los de calle, los auténticos, sí estaban para captar el momento y Rashford iba más perdido que un pulpo en un garaje. Hasta tal punto que cuando pasó con el coche se encontró la puerta del párquing cerrada y no sabía ni cómo abrirla. Esto, nuevamente, hizo que la comunicación de su fichaje pasara antes por los medios que por el mismo club y, sinceramente, se debe felicitar a los colegas de nuestra profesión. Pero, a la vez, preguntarnos por qué hay tanto desorden interno a nivel de club. Y no solamente en el ámbito comunicativo. Pero lo que decimos siempre, la pelota entra y esto es lo que importa.

Por cierto, aprovecho esta humilde columna para felicitar los 10 años de Crónica Global donde una servidora ya lleva unos cuantos escribiendo para Culemanía con un orgullo y agradecimiento inmenso, especialmente a Víctor Malo, que confío en mí. ¡Felicidades y por muchos más años!