El portero alemán ha acabado convirtiéndose en un MEME de sí mismo. De ser un capitán respetado, que aplicaba el lema ‘menos es más’, ha terminado desesperado por conseguir no perder su pequeño reinado. La confirmación de la renovación del portero polaco, Wojciech Szczęsny, hasta junio del 2027 con el Barcelona da una evidencia clara del proyecto del club: mantener un veterano para tener una buena transición y consolidar el relevo de Joan García.
En todo esto, la actitud comunicativa de Ter Stegen se ha ido transformando sin rumbo: apariciones en el césped marcando perfil para animar a los suyos cuando estaba lesionado; concediendo entrevistas en podcast secundarios y saltándose la disciplina del club; o haciendo aspavientos porque hablan de su vida privada y, de golpe, publicando un beso apasionado con su nueva pareja catalana, Ona Sellarès. La desesperación de este señor para seguir cobrando un pastizal no tiene límites.
Ter Stegen no vive la misma situación que cuando llegó al club: su competencia, ahora, es un chico más joven que él y no Claudio Bravo; en el Barcelona no están para contratos de vacas sagradas; y su lesión confirma que ya nunca más volverá a ser el de antes.
Ahora, el portero tiene un sueño pendiente por cumplir: liderar la selección alemana desde la portería y consolidar, de una vez por todas, el relevo natural de Manuel Neuer. Si es inteligente y no prioriza solamente el dinero, al precio que sea, entenderá que este puede ser un aspecto decisivo para negociar su salida o su bajada salarial en el Barcelona. Aunque, viendo sus últimas fotos en Menorca donde todo era opulencia, me resulta difícil imaginar un Ter Stegen sin pretensiones.