Al Barça le cuesta horrores asumir la realidad. Su precaria situación económica y los excesos del pasado le impiden fichar a las grandes estrellas del mercado. Su presidente, Joan Laporta, está con la soga al cuello. Este verano ha fracasado en su intento de fichar a Nico Williams, un buen futbolista como mucho, porque no se fía del club azulgrana. Tampoco ha podido inscribir a Dani Olmo, un cromo repetido que ha sido anunciado a bombo y platillo. El Barcelona vive días complicados, a contracorriente, y con muchas urgencias que intentará solucionar antes del 30 de agosto.
Hace dos años, el Barça vendió activos del club --las famosas palancas-- para fichar a Christensen, Kessié, Lewandowski, Raphinha, Koundé, Marcos Alonso y Bellerín. El pasado, solo pudo invertir 3,4 millones en la contratación de Oriol Romeu --Iñigo y Gundogan llegaron gratis, y los dos Joaos, cedidos--. Fue el club de la Champions que menos gastó y el resultado fue desolador. El Barça de Xavi no ganó ningún título y el rendimiento del equipo fue decepcionante.
El fichaje de Flick
Laporta, tras una sorprendente y poco elegante maniobra al despedir a Xavi un mes después de ratificarlo, se encomendó a Pini Zahavi. El representante, antiguo socio y amigo suyo, le recomendó el fichaje de Hansi Flick, un técnico que lo ganó todo con el Bayern en 2020 y después se estrelló con la selección alemana..
El presidente del Barça había detectado que el gran problema del equipo radicaba en la preparación física. Consideraba Laporta que era precaria y estalló el día que el Girona le endosó tres goles en Montilivi en la media hora final. Más allá de sentenciar a Xavi, el máximo dirigente también activó grandes cambios en los servicios médicos.
Pide ayuda a Mendes
Laporta hubiera deseado cambiar muchas piezas en verano, pero sabía que no podría al tener el Barça muy excedida la masa salarial. Si hace un año pidió ayuda a Jorge Mendes para colocar a Ansu Fati al Brighton y lograr las cesiones de Joao Félix y Joao Cancelo, en el curso actual ha optado por la autogestión, delegando todas las operaciones en Deco.
Deco fue un futbolista con mucho carácter y muy resolutivo. Como ejecutivo choca con la realidad de un Barça que sigue sin cerrar la renovación del contrato de Nike y que busca nuevos socios para Barça Studios. De momento ha cerrado ya el fichaje de Dani Olmo y la venta de Julián Áraujo al Bournemouth.
Lenglet y Vitor Roque
El director de fútbol barcelonista también ultima la venta o la cesión de Lenglet al Atlético en una operación que es un tormento para el Barça. El defensa francés, descartado por Koeman, Xavi y ahora por Flick, tiene un salario de 16 millones de euros anuales.
Deco también busca una salida para Vitor Roque, por quien el Barça pagó 30 millones de euros fijos y 31 en variables, comisiones aparte, al Athletico Paranaense. El delantero está en venta, pero ningún club está dispuesto a pagar entre 30 y 40 millones de euros y la solución pasa por una cesión.
El precedente que ilusiona
Otro asunto delicado que deberán resolver Laporta y Deco es la salida de Ansu Fati. La pasada temporada fue cedido al Brighton. El resultado fue insatisfactorio. Roberto de Zerbi, entonces técnico del club del sur de Inglaterra, recriminó al delantero que no se entregara a tope.
La política de fichajes del Barça está condicionada por las ventas. El club ni tan siquiera tiene garantizada la fórmula del 1-1 (puede gastar un euro por cada euro que ingresa) y Laporta busca nuevos socios y que los actuales incrementen sus aportaciones. Su gran consuelo es la Masía. En los momentos más complicados, la cantera siempre es una buena solución. Lo fue entre 1999 y 2004, cuando el Barça no ganó ningún título, pero emergieron Xavi, Iniesta, Puyol y Víctor Valdés. Hoy, Lamine Yamal, Héctor Fort, Pau Cubarsí, Marc Bernal y Marc Casadó esperan repetir la misma historia. Por el bien del Barça y de Laporta.