El Barça vive una crisis dura. De complicada solución. El club y el primer equipo de fútbol están mal. La caja está vacía y la gestión de Xavi Hernández está bajo sospecha. Joan Laporta, presidente del Barça, no pudo disimular su decepción tras la final de la Supercopa, pero no atendió a los medios de comunicación. Optó por el silencio cuando los barcelonistas esperaban su reacción.
Laporta, una persona optimista por naturaleza, esperaba que la Supercopa fuera el punto de inflexión del Barça en la temporada actual. Se creyó el discurso de Xavi, pero el equipo no da síntomas de recuperación.
La celebración de Laporta
El jueves, tras la victoria ante Osasuna en las semifinales, Laporta se mostró efusivo y prácticamente celebró un título que ansiaba para silenciar a sus detractores. Tres días después, su cara era la viva imagen de la impotencia.
Laporta delegó en Deco, su director de fútbol, para que atendiera a los medios de comunicación. El ejecutivo brasileño lamentó que el Barça fuera tan inferior al Real Madrid, pero ratificó a Xavi como entrenador.
El límite salarial
Al presidente del Barça le gustaría activar algún fichaje para cambiar la dinámica negativa del equipo, pero no puede. El club tiene el límite salarial excedido y no puede dar un golpe de efecto en plena caída.
Laporta necesita que Xavi encuentre respuestas en el vestuario para superar la actual crisis. El domingo, el técnico pidió disculpas a la afición por la humillante derrota contra el Real Madrid y lamentó los errores defensivos del equipo.
Xavi y Ancelotti
Xavi expuso, una vez más, los errores, pero su discurso no parece llegar a los futbolistas. El domingo repitió el mismo guion de la final de la pasada temporada, pero su plan se desmoronó en apenas 10 minutos. Ancelotti cambió el modelo y castigó las carencias defensivas de un Barça en caída libre.