La Supercopa es el torneo menos glamouroso, pero siempre tiene un impacto directo en el Barça. Para bien o para mal. Y mucho más en los tiempos actuales, en un club que vive al día, con urgencias deportivas y necesidades económicas. Hace tres años, la Supercopa fulminó a Ernesto Valverde y hace uno encumbró a Xavi Hernández. Hoy, el técnico de Terrassa tiene mucho menos crédito que a principios de 2023 y el presidente barcelonista, Joan Laporta, también necesita una alegría en su búsqueda de nuevos ingresos.
El Barça es un club que vive al día. Y las sensaciones que transmite el equipo de Xavi son malas. A siete puntos del Real Madrid y del Girona en la Liga, la Champions se visualiza como un sueño casi utópico. Tampoco parece ser muy buena la sintonía entre el entrenador y los jugadores. El rendimiento de muchos futbolistas es inferior al de la pasada temporada, más allá del impacto negativo que han tenido las lesiones de Ter Stegen, Frenkie de Jong, Pedri y Gavi, entre otras.
La gestión de Xavi
Xavi necesita la mejor versión de sus futbolistas para derrotar a Osasuna, también en horas bajas, pero anímicamente crecido. Una derrota reabriría la caja de los truenos y multiplicaría las dudas de la actual dirección deportiva respecto a la gestión de Xavi. Una victoria, en cambio, tendría un efecto terapéutico que se multiplicaría si el Barça también gana la final.
El desenlace de la Supercopa condicionará la convivencia en el vestuario. Una victoria podría ser el punto de inflexión de un equipo con mucha calidad, pero con pocos efectivos. Xavi, de momento, no parece ser partidario de recuperar el modelo de la pasada temporada, con cuatro centrocampistas. El Barça de la pasada temporada era un equipo más fiable y contundente. Concedía mucho menos a los rivales.
Con contrato hasta 2025
Laporta, de momento, aguarda impaciente. Al presidente le conviene que Xavi recupere su autoridad en el vestuario. Optimista por naturaleza, confía que el Barça termine bien la temporada, con títulos. En caso contrario peligrará la continuidad del entrenador, con contrato hasta 30 de junio de 2025.
Económicamente, a Laporta le conviene que Xavi agote el actual contrato. En caso contrario debería asumir una indemnización importante. Su sustituto, probablemente, sería Rafa Márquez, con quien tiene muy buena sintonía. El técnico mexicano también sería el candidato ideal de Deco, el director de fútbol.
Oferta por Araujo
El Barça necesita títulos para tener estabilidad. Un curso decepcionante activaría una nueva revolución y los cambios son costosos. Laporta trabaja con la hipótesis de vender a un futbolista TOP. Hace dos años lo intentó con Frenkie de Jong, pero fracasó. Ahora, el Bayern está dispuesto a pagar un pastizal por Araujo.
Deco es un ejecutivo muy pragmático. Habla poco. El director de fútbol pondrá en venta a Ansu Fati, pero también podría dar luz verde a la salida de Robert Lewandowski si llega una buena oferta. Y en los despachos del Barça no se descarta tampoco que pueda salir un futbolista del nivel de Pedri si reciben una propuesta indecente.
Un nuevo icono
El club, una vez más, está en manos del equipo. Laporta busca un nuevo símbolo, un nuevo icono global. Desde la marcha de Messi, el Barça necesita una estrella ilusionante. El efecto Lewandowski se evaporó muy pronto y el máximo dirigente busca dinero en Dubai y donde haga falta. Cree que el Barça tiene mucho margen de crecimiento y espera que las grandes marcas quieran unirse de nuevo al club. Para ello, es imprescindible que el equipo gane títulos. Y la primera prueba será la Supercopa.