La segunda etapa de Joan Laporta al frente de la presidencia del FC Barcelona superó recientemente el ecuador del mandato actual. Ganador de las elecciones en marzo de 2021, ya ha consumido tres cursos y medio (20-21, 21-22, 22-23 y estamos en la 23-24) de los seis que preveían los estatutos --actualmente los estatutos fijan los mandatos en cinco temporadas, pero esta norma entra en vigor a partir de las próximas elecciones--, con lo que solamente quedan dos años y medio para los siguientes comicios. Dos años y medio en que Laporta debe decidir si se quiere volver a presentar. Dos años y medio en que los posibles aspirantes definirán sus movimientos como oposición.
Con todo 2024 y 2025 por delante, y la mitad de 2026, parece que todavía queda mucho. Y es cierto que los nuevos precandidatos tardarán en presentarse en sociedad. Pero ello no significa que no se estén preparando desde ya. Laporta, acostumbrado a actuar a última hora, apurará su decisión al máximo. Ahora está centrado en sus tres grandes objetivos, al menos oficialmente hablando: organizar el 125 aniversario del club a lo grande con la reapertura del nuevo Camp Nou, asegurar la finalización de las obras del estadio para 2026 y seguir mejorando la plantilla deportiva sin que se dispare demasiado el gasto. Paralelamente, también se está trabajando en el regreso de Leo Messi para recibir el homenaje del que fue privado, lo que podría coincidir con la ceremonia del 125 aniversario.
Roures, a lo suyo
Mientras Laporta se decide, condicionado también por el desgaste que genera una entidad como el Barça y por sus recientes problemas de salud, que le han impedido tomar vuelos durante dos meses, los demás ya van tomando posiciones. Habrá espacio para todos.
Algunos, que no quieren ser presidentes pero se quieren vincular al club, insisten en poner sobre la mesa el debate sobre el modelo de propiedad. El más destacado en este sentido es Jaume Roures, que aboga por imitar el modelo Bayern y vender el 25% del club a accionistas inversores. Si Forbes valora el Barça en 5.500 millones de dólares --5.090 millones de euros al cambio--, Roures dice que el 25% del club tiene que valer unos 1.500 millones de euros. Falta encontrar quien lo pague, aunque las opciones más realistas no pasan por empresas catalanas, sino árabes.
Font pierde caché
El que se mantiene en la idea de ser presidente, aunque cada día menos convincente, es Víctor Font. Empresario de éxito y hombre de números, seguramente sea la mejor apuesta para tener el Barça ordenado como el cajón de su despacho. Lo mismo se decía de José Montilla, cordobés que fue presidente de la Generalitat entre 2006 y 2010, pasando a la historia por su falta de carisma más que por su discreta gestión.
El gran nombre del que todo el barcelonismo estará pendiente es Gerard Piqué. El exfutbolista azulgrana compensa sobradamente el carisma que le falta a Font y también tiene experiencia en el mundo de los negocios. No es especialmente bueno con los números --la mayoría de sus negocios no han sido ejemplos de éxito aunque no se ha cansado de intentarlo--, pero al menos lo reconoce y sabe delegar en personas de su confianza como Ferran Vilaseca, abogado de renombre que figura desde hace unos años como presidente oficial del Andorra FC.
Gerard, pendiente de Jan
No se descartan acuerdos, ni alianzas entre estas tres figuras llamadas a tener protagonismo en las próximas elecciones. Especialmente, por el hecho de que Roures no tiene intención de presidir el Barça, prefiere mandar en la sombra. Además, el expresidente de Mediapro mantiene buenas sinergias con Laporta, quien paralelamente también mantiene muy buena relación con Tatxo Benet, que estuvo recientemente invitado al acto de presentación de Barça Games a pesar de ser un cooperador necesario en el despido de Roures de la empresa que fundó.
Piqué, por su parte, no tiene intenciones de rivalizar con Laporta. Todavía encomendado al éxito de la Kings League, el exfutbolista prefiere permanecer a la espera de cómo se desarrollan los acontecimientos. Cree que solo será su momento si Jan decide salir y no parece que pueda pactar con Víctor Font porque, como decía Johan Cruyff, dos gallos no caben en un mismo gallinero. Además, Piqué ya sabe lo que es poner a Font en su sitio y lo hizo de manera contundente, como acostumbra, en las pasadas elecciones.
Los economistas agitadores
Más allá de los actores citados, hay muchos otros movimientos en Barcelona dirigidos a tomar partido en la próxima lucha presidencial que se prevé para 2026. Además de los grupos de opinión, grupos críticos y grupos de oposición, como Dignitat Blaugrana, Seguiment FCB, El Senyor Ramon, Cor Blaugrana, Un Crit Valent o Manifest Blaugrana, hay otros nombres propios que están especialmente activos. Probablemente, los que más se están moviendo son Marc Ciria, socio fundador y presidente ejecutivo en la agencia de valores Diagonal Asset Management, y Jaume Llopis, profesor de Estrategia en IESE, tras una dilatada experiencia empresarial en firmas como Moulinex, Nestlé o Borges.
Ambos son economistas, aunque no comparten la visión del modelo de futuro que conviene al Barça. Lo que sí que comparten es la crítica hacia la gestión económica de Laporta. Mientras Llopis se mantiene implacable y descarta liderar una candidatura a la presidencia --lo que no significa que no entraría como persona con peso en otra--, Ciria intenta construir su relato bajo una crítica más constructiva y está dispuesto a comandar una precandidatura. Al menos, uno de ellos se reunió con Víctor Font, aunque no parece que vayan a ir de la mano.
'Rosellismo' y el tapado Montal
Otros nombres propios que pueden estar en las quinielas son los de Toni Freixa, Xavi Vilajoana o el propio Sandro Rosell, que sería otro de los aspirantes con más potencial como oposición al laportismo. Y desde el casi anonimato se mueve otra figura en la sombra, descendiente de un longevo presidente del Barça como lo fue Agustí Montal. Su nieto, de 38 años, Joan Camprubí Montal, director gerente en Boston Consulting Group, una de las consultoras más grandes del mundo, con 90 oficinas en 50 países, se postula como posible precandidato y ya colecciona diversos apoyos del mundo económico a sus espaldas.
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