Una relación de amor-odio. Así fue como Sandro Rosell, en la última entrevista concedida a los medios, definió su vínculo con Joan Laporta. El suyo, en particular, y prácticamente también el de Josep Maria Bartomeu con el actual presidente. Porque bien sabido es que el bartorosellismo puede catalogarse como un mismo ente, al ser ambos amigos y haber dado continuidad uno al proyecto del otro.
El caso es que desde hace tiempo sobrevuela en el ambiente la posibilidad de una cumbre a tres bandas para acercar posturas. Para firmar la paz o, al menos, una tregua "por el bien del club", como señala el bando de los dos expresidentes. En lo que respecta al propio Jan y Rosell, no se ven desde poco antes de las elecciones presidenciales de 2021, en una coctelería llamada Speaksky.
Rosell aceptaría una cita
Hace unos días, Sandro Rosell reabrió el debate de un reencuentro al responder, en Catalunya Ràdio, a las palabras del excomisario José Manuel Villarejo. Éste último había señalado a Laporta y su entorno tras las acusaciones que acabaron con Rosell encarcelado dos años, por un delito del cual finalmente quedó absuelto.
Laporta, actual presidente, lo negó en redondo y Rosell pareció creérselo. De hecho, fue más allá y propuso un encuentro para limar asperezas. "Tenemos que hacer una catarsis. Tenemos que encontrarnos los tres, decirnos el nombre del cerdo o el que sea y que nunca más volvamos a ponernos palos en las ruedas. Creo que toca hacerlo", soltó. Una opción que, a día de hoy, parece remota.
"En el ámbito privado, que hagan lo que quieran", señalan voces de la entidad culé recogidas por el Diari Ara. "No hace falta ni que lo expliquen. Pero a nivel de club, este tema no está sobre la mesa", apunta una persona muy próxima a Laporta, según el mismo periódico. "Es un brindis al sol. ¿Qué se tienen que decir? ¿Qué solucionaría para el Barça? Nada de nada", señala el periodista Frederic Porta, estudioso de la historia del FC Barcelona.
Rencillas difíciles de paliar
Más allá de la acción de responsabilidad emitida años atrás, el laportismo acusa el bartorosellismo de estar detrás del caso de los avales y de perpetrar la moción de censura que estuvo a punto de echar a Laporta de la presidencia en 2008, año en que se promocionó a Pep Guardiola para el banquillo del primer equipo.
El bando de Rosell y Bartomeu, por contra, contesta alegando que el laportismo gestó las denuncias por el fichaje de Neymar. Ambas partes niegan las acusaciones en cuestión. Y, por ahora, resulta complicado que vayan a actuar como si nada hubiera pasado. El choque de ismos sigue presente en el entorno culé.