En verano de 2019 se produjo una operación bastante polémica entre el FC Barcelona y el Valencia CF. Las dos entidades, con una gran necesidad de inyector ingresos antes del cierre del ejercicio de ese año, decidieron acordar un intercambio en el que estuvieron involucrados Jasper Cillessen y Neto Murara. Los guardametas cambiaron de casaca en ese mercado de fichajes, aunque el trueque se pensó especialmente como un artificio contable. Tras varias temporadas, el traspaso todavía sigue dejando algunas secuelas en el club azulgrana.
El Barça, obligado a pagar
Neto vistió la camiseta azulgrana durante dos temporadas, en donde no pudo dejar un rendimiento del todo positivo. Bajo ese contexto --y los gastos de tenerle en plantilla--, la directiva de Joan Laporta decidió rescindir su contrato para aligerar la masa salarial en el anterior mercado de verano. El brasileño puso rumbo a la liga inglesa, concretamente al Bournemouth. Justamente ese cambio de equipos provoca que ahora el Barça esté en la obligación de pagar al Valencia un total de cuatro millones de euros.
Así lo ha informado la Cadena SER, que detalla que en el trueque acordado entre las dos entidades quedaba establecido una cláusula en la que el Barça está obligado a pagar dicha cantidad si Neto llegaba a ser vendido o cedido. La citada fuente explica que el club azulgrana se negó a pagar esa cifra en concreto, argumentando que la salida del guardameta fue a través de una rescisión.
Sin embargo, el Valencia denunció que la medida del FC Barcelona solo fue con la intención de evitar el pago de los cuatro millones de euros. Tras varios meses de litigio, la entidad presidida por Laporta ha decidido asumir el pago de la menciona cláusula, con el objetivo de llevar el caso hasta los tribunales. Un gasto que llega en un momento incómodo para el club, teniendo en cuenta las dificultades financieras.
Un polémico intercambio
El intercambio de cromos entre las dos entidades fue definida como una operación que solamente tuvo sentido desde el ámbito contable. Oficialmente, el Barça fichó a Neto por 26 millones de euros fijos más otros nueve en variables, mientras que el Valencia pagó 35 millones de euros por Cillessen. Ambos guardametas fueron cifrados por encima de su verdadero valor de mercado, por lo que fue un trueque con mucha polémica.
La intención de Barça y Valencia fue computar los ingresos de las dos operaciones antes del 30 de junio. De esa forma, entraron en el ejercicio contable de 2019. Mientras que los gastos fueron repartidos a lo largo de los años, por lo que no significaron un problema en el corto plazo. Se trataba de un artificio contable muy cuestionable y que hasta ahora sigue dejando secuelas en la entidad azulgrana.