Joan Laporta responde perfectamente a la descripción de líder, una palabra acuñada de la inglesa leader, que también significa guía; aquél que guía a una colectividad. El presidente del FC Barcelona, un virtuoso en carisma, acapara el poder en la entidad azulgrana y elige rodearse de personas que no osen cuestionar la jerarquía que ostenta. Públicamente, ha reconocido que le gusta la idea de tener "un club familiar" y ha descartado, por ahora, la contratación de un director general que ponga en duda su liderazgo. Desde que se marchó Ferran Reverter en febrero de este año, Laporta ha dado un golpe sobre la mesa en este sentido. Se siente fuerte y lo demuestra. Pero, por mucho que lo desee, no puede abarcarlo absolutamente todo.
Las parcelas de poder que cede el presidente es una de las cuestiones con las que debe lidiar más intensamente Laporta, según ha podido saber Culemanía. Aunque gusta de tener el control sobre los asuntos más trascendentes, se siente en la obligación de delegar la toma de algunas decisiones. Es ahí donde se suceden determinadas luchas de egos, las de aquellos que también aspiran a mandar y que solamente acatan el gobierno del pesidente, no de los que están por debajo de él.
Muchos quieren mandar
En el Barça hay muchos nombres que tienen poder de mando. En la parcela deportiva, y en la económica. En la junta directiva, y en la estructura ejecutiva. Personas como Rafa Yuste, Eduard Romeu, Ferran Olivé, Juli Guiu, Antonio Escudero, Elena Fort, Jordi Llauradó o Josep Cubells tienen mucho peso en la directiva de Laporta. Y no siempre su cargo se corresponde con su verdadera importancia. Por ejemplo, en el área económica parece mandar más el tesorero Olivé que el vicepresidente económico Romeu. En cuestiones del Espai Barça, la vicepresidenta institucional Fort se suele imponer a un experto en la materia, como Llauradó. También se sobrepone a Escudero en los temas sociales.
Los egos han existido históricamente en las juntas directivas del Barça y han pasado factura con rupturas traumáticas de bandos que, en ocasiones, han desembocado en las llamadas guerras de ismos. Pero más allá de las luchas entre directivos, cobran una especial relevancia a nivel mediático las batallas por el poder en la parcela deportiva. Y, más recientemente, en el ámbito de los fichajes. Una materia donde la última palabra también es de Laporta, aunque no a todos guste.
A efectos oficiales es Mateu Alemany el máximo responsable del club en esta cuestión. Como director del área de fútbol, negocia los contratos, salarios, traspasos, rescisiones y fichajes del FC Barcelona. Pero su papel no es fácil de gestionar porque son muchos los que quieren tener influencia en sus decisiones. Ya sea desde el ámbito directivo, con Rafa Yuste, como desde la parcela de asesoramiento deportivo al presidente, con Enric Masip --que ha sido vetado en el vestuario por otro tipo de luchas-- a la cabeza, o desde el staff técnico, con Xavi Hernández como principal pedidor de fichajes. Pero una cosa es clara, el fichaje que impone el presidente no lo puede rechazar ni Mateu.
Mateu, más solo de lo que parece
Alemany es un profesional con muchos kilómetros recorridos en la gestión deportiva, siendo Mallorca y Valencia las ciudades que durante largos años se nutrieron de su eficacia. En aquellos terrtitorios estaba acostumbrado a ser la máxima autoridad, y cuando no fue así hizo las maletas. En el Barça tiene imposible mandar, porque siempre estará por encima el presidente del club, que ahora es especialmente intervencionista. Si Laporta dice "fichemos a Raphinha", se ficha al delantero brasileño aunque no sea petición de Xavi. Y si Laporta reclama "hay que fichar a Ruben Neves para hacer de Busquets", poco podrá discutirle, a pesar de que el propio Xavi manifieste abiertamente que no desea a ese jugador.
El técnico egarense no cesa en sus presiones para mejorar la plantilla, pero la situación económica del club y las restricciones de la Liga no lo ponen fácil. Xavi cuenta con el inestimable apoyo de Jordi Cruyff, una figura que ha ganado peso en la estructura y que, pese a estar en el departamento de Alemany, parece tener más avenencias con el entrenador del primer equipo. Otra persona que tiene su cuota de poder, sustentada en un apellido muy poderoso.
Mendes también quiere mandar en el Barça
Pero no solo los de dentro quieren mandar en el Barça cuando Laporta se despista. Además de los Yuste, Masip, Alemany, Cruyff o Hernández, también los de fuera aspiran a ejercer su influencia sobre el presidente. Y uno de los que más sabe de eso --ya lo hizo en el Real Madrid de Florentino Pérez--, es Jorge Mendes. El mediático agente de futbolistas, muy vinculado a amigos de Laporta como Deco, Rafa Márquez o Alejandro Echevarría, es el que más presiona con el fichaje de Neves, mediocentro titular del Wolverhampton y de Portugal, ya clasificada para octavos del Mundial, pero que no cumple con los requisitos que pide Xavi a nivel posicional.
Muchos nombres lusos vinculados al propietario de Gestifute están últimamente en la órbita Barça. Además de Neves, resuenan Bernardo Silva, Joao Félix y hasta Bruno Fernandes. Mendes no lo pondrá fácil para renovar el contrato de un jugador con el potencial de Alejandro Balde, que se quedará en el Barça, pero a precio de crack. También está en tela de juicio el futuro de Nico González y, sobre todo, de Ansu Fati. Todos ellos, representados del superagente portugués. ¿Tendrá poder suficiente como para superar las esferas de poder internas del Barça? Laporta tiene la última palabra.