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Con una facilidad insólita para firmar goleadas y el rendimiento de Lewandowski (Tractorowski no more) en unos niveles que ni los más optimistas imaginaban, el debate sobre la capacidad ofensiva del Barça ha decrecido en urgencia y dimensión. Sin embargo, el paso de las jornadas también va dejando claro que el ataque azulgrana se sustenta sobre tres pilares un tanto frágiles: un prodigio de 17 años con la mente tan fuerte como tierno el cuerpo, un brasileño de coraje indómito y un artesano polaco del gol con tanto presente como escaso futuro.

Más allá de Robert, Lamine y Raphinha no asoma exactamente el abismo, pero casi. El apagón estructural del Barça en partidos como el de Donosti señala directamente a un rasgo distintivo del mejor fútbol culé: al menos un jugador de ataque capaz de romper líneas con el balón es, por encima de cualquier otra, la pieza que lo cambia todo. Así convirtieron Ronaldinho, Messi o Iniesta buenos Barcelonas en equipos hegemónicos. Lo crucial de su aportación siempre lo demostraba el negativo: cuando no estaban, ya fuera en cuerpo o en alma, lo mágico se volvía vulgar y el dominio, fragilidad.

En el presente, para esa misión en particular tendrán mucha importancia el guadianesco Dani Olmo y el sobrecargado Fermín si las lesiones los respetan. Pero, visto lo visto a estas alturas, pensar que Ansu Fati, Pau Víctor o Ferran Torres aportarán algo diferencial a la ofensiva de Flick sería pecar de ilusos. Si el Barça logra mantener una aspiración continuada a ganar titulos hasta el final del curso será repitiendo sin cesar una versión no muy distorsionada de su mejor once, especialmente en la delantera.

¿Y más allá del verano? Sin duda la edad de Lewandowski es el factor más determinante para la planificación deportiva, y hay ya ciertas confluencias que apuntan la proa del Barça hacia uno de los pocos delanteros estrella a los que -aún- tienen acceso. Entre ellas, el nuevo convenio con Nike, el ligero declive del City de Guardiola, quien cuentan que se plantea un año sabático antes de aspirar a dirigir una selección como la inglesa o la italiana tras el Mundial de 2026, la buena relación de Laporta con el entorno de Haaland, o la querencia por las apuestas fuertes y los golpes de efecto del propio president. Erling tiene una oferta de renovación como sky blue sobre la mesa, pero el nuevo Camp Nou necesita a un crack que venda entradas y, sobre todo, palcos vip. Y dudo mucho que reconvertir a Olmo o Lamine en 'falso 9' para hacer hueco a Rafael Leao o Iñaki Williams ayude a cumplir ese objetivo. Veremos.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana

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