La catedral de Pedri
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Como persona creyente que es, el seleccionador español ha decidido con toda lógica que el barcelonista Pedri sea la piedra sobre la que edificará su iglesia. Viéndolo en su último tramo de temporada con la azulgrana y en los primeros partidos de preparación de La Roja, la inminente Eurocopa apunta a convertirse en el torneo que lo subirá a los altares. Sobre todo si se le concede una posición, la de mediapunta, que encumbró en el combinado nacional sub-21 a Thiago Alcántara. No deja de ser extraño que el Barça haya criado en este siglo a tantos jugadores idóneos para esa posición de centrocampista llegador (ninguno como Messi, aunque su naturaleza divina estaba por encima de esquemas y corsés), y además fichado a otros tantos (Coutinho, Fàbregas, Rakitic, el mismo De Jong, Gündogan, Griezmann, Arturo Vidal), pero siempre los haya obligado a predicar en el desierto del 4-3-3.
Como se especula con que Hansi Flick apostará por un triángulo no invertido en su mediocampo inicial como entrenador del Barcelona, de repente la selección española se ha convertido en una bola de cristal en la que la culerada puede atisbar un futuro deseado. Especialmente cuando por las bandas del 4-2-3-1 que dispone sobre el verde Luis El Aplaudidor concurren Lamine Yamal y también Nico Williams, a quien no estoy seguro de que el Barça vaya a conseguir o incluso querer fichar, pero ya escribí por aquí hace tiempo que es tal y como sería Dembélé si fuera vasco y supiera jugar al fútbol. Luego me cuesta ponerle alguna pega más allá de que los millones que cueste habría que pagárselos a su equipo en billetes de esos que ponían 'Mafia'.
Incluso teniendo en cuenta que lo dispuesto por Flick a la espalda del prestidigitador canario no será precisamente a Rodri y Fabián Ruiz, desde luego la cosa pinta emocionante. Sobre todo, parece el momento adecuado para que el Barcelona experimente con una nueva fórmula que le permita llevar la iniciativa en los partidos mediante la siempre cuestionada práctica de reducir el número de pases para llegar al área rival. Yo me encuentro en el bando a favor, después de unas cuantas temporadas en las cuales creo se ha constatado que lo que hay no da para replicar ni siquiera una versión menor de aquel venenoso vaivén que Messi e Iniesta convertían en mordedura de cobra. Ni por supuesto para pagar a una tripleta de delanteros capaz de embocar 120 goles por temporada.
También porque encuentro que uno de los potenciales caminos al éxito del nuevo entrenador azulgrana quizá no sea tanto hacer que sus jugadores corrán más como conseguir que corran mejor. Y eso no depende solo de ponerlos a hacer series y planificar bien las cargas de trabajo para evitar lesiones, sino de proporcionarles caminos más directos para generar espacios. Su Bayern hexacampeón cambiaba el juego a menudo de lateral a lateral, escalonaba su centro del campo y se activaba rápido tras pérdida porque hizo virtud del nervio y no abandonó la pausa pero a menudo sospechó de ella. Como el Barça no solo tiene jugadores talentosos sino también avispados, es previsible que sea posible cierta mejora en cuanto a su inteligencia colectiva. Y eso sería un gran paso sobre el que construir una evolución real. En concreto, una en la que Pedri no sea iglesia sino catedral.
P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana