Joao Feliz y Joao Modelo
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En algunas ocasiones fuera de lo común, una noche de sábado con las expectativas muy justas se convierte por sorpresa en un manantial de emoción y entusiasmo. Ocurre a menudo cuando uno tiene la edad de Lamine y cada vez menos al llegar a la de Lewandowski, pero nunca se puede descartar la posibilidad de salir no solo de tranquis sino además un poco mosca con el plan y hacer cumbre contra todo pronóstico. Al Barça le sucedió contra el Betis, en el típico partido insidioso tras el parón de selecciones, con un tropel de verdiblancos dirigiéndose a Montjuïc como un mal presagio y muchas dudas sobre las prestaciones del primer once liguero azulgrana antes del debut en Champions.
Sin embargo, los jugadores del Barça se reunieron en silencio en el vestuario, Xavi hizo sonar el diapasón y todo quedó perfectamente afinado. El Betis planteó una ofensiva competente al principio del choque, pero sin Carvalho, Guardado ni Fekir, sus tres peloteros más destacados desde el exilio de Canales a Monterrey, pronto se le escurrió el balón entre los dedos. Eso era todo lo que necesitaban los de Xavi para acometer la obertura de una sinfonía impresionante, que rozó lo sublime en la estructura de sus movimientos. Enmarcar los goles de Lewandowski, Ferran y Raphinha entre uno de Joao Félix para abrir el marcador y otro de Joao Cancelo para cerrarlo fue una genialidad digna de Johan, pero no Cruyff, sino Sebastian Bach. O incluso Mastropiero.
Sus tocayos portugueses, los Joaos, aprovecharon también para cambiar de apellidos. Joao Félix será a partir de ahora Joao Feliz, un chaval vivaracho y enérgico, experto en sacar ventaja tras ventaja a base de tocar muy bien, elegir aún mejor cuándo cambiar la pausa por la aceleración y girar constantemente la cabeza en busca de la diagonal idónea. Su etérea asistencia a Lewa en la diana del polaco, apropiándose de la jugada sin siquiera tocar el balón, fue una prueba de vida. El menino de Viseu respondió a gritos a la pregunta que todo el fútbol se hacía: sí, el ecosistema del Barcelona puede hacerlo florecer como delantero. Porque, al contrario que otros futbolistas abrumados por la matemática del juego de posición y los cambios de ritmo, el 14 azulgrana resuelve todas sus ecuaciones cabalgando entre líneas a lomos de una mente afilada y un genio indomable.
En cuanto a Joao Cancelo, a partir de esta semana lo conoceremos como Joao Modelo, un jugador marmóreo y en plena madurez. Instruido en el evangelio del cuadrado por el mismísimo Pep Guardiola, no solo sermoneó sin piedad al rival sino que además cerró la goleada calcando la misma jugada que mil veces malogró Dembélé. Acto seguido, se señaló el escudo del Barça y se encogió de hombros: "¿Qué le voy a hacer, si soy así de bueno?". Sospecho que sus problemas en el City eran simplemente porque tanto fútbol no se aguantaba en el banquillo. Viendo quién es su competencia, ese no parece un problema que vaya a tener de azulgrana, desde luego. Y tengo pocas dudas de que, si Xavi puede darle continuidad, su porte erguido, ecuestre, y su dominio del juego desde la velocidad de ejecución lo acercarán un poco más cada partido a convertirse ni más ni menos que en el canon de su posición: esto es, a la canonización. Como solía decir en la radio el genial Luis Sánchez Polack, Tip: "¡Santo varón! ¡Santo varón!...".
P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana