El Barça de Johan Cruyff encadenó cuatro títulos de Liga entre 1991 y 1994. Nunca más ha repetido la misma gesta. Ni tan siquiera con Pep Guardiola. La primera la ganó con mucha suficiencia. Las tres últimas, de manera épica, inesperada, y por errores de sus rivales: el Real Madrid y el Deportivo.
El primer milagro llegó en 1992. En la última jornada, el Barça ganó al Athletic (2-0) y el Real Madrid perdió en Tenerife (3-2). Un año después, el equipo azulgrana venció a la Real Sociedad (1-0) y su máximo rival cayó, otra vez, en Tenerife (2-0).
Remontada espectacular
La flor de Cruyff parecía que se iba a marchitar. Pero no. Un año después, el Deportivo lo tenía todo a su favor para ganar la Liga. A una jornada para el final, el equipo blanquiazul sumaba 55 puntos, uno más que el Barça. Entonces, las victorias valían dos puntos y el conjunto azulgrana tenía mejor goal-average particular.
El Barça sufrió de lo lindo en el Camp Nou. Las noticias de Riazor eran esperanzadoras. No había movimiento en el marcador. En Barcelona, en cambio, la primera parte terminó con ventaja del Sevilla por 1-2. Simeone marcó a los 12 minutos, Stoichkov empató a los 20 y Suker marcó en el 44.
Noche de radios
Estaba el Barça contra las cuerdas. Sus opciones pasaban por sumar un punto más que el Deportivo. En la segunda parte, el equipo de Cruyff se liberó y marcó cuatro goles: Stoichkov (50), Romario (70), Laudrup (75) y Bakero (87) firmaron la gran remontada barcelonista.
A un minuto del final, el Camp Nou cantaba de felicidad. De golpe, sin embargo, enmudeció. En Riazor, el árbitro había castigado al Valencia con un penalti a Nando que decidiría la Liga. Los jugadores del Barça tuvieron sensaciones extrañas. Miraban al banquillo y les informaban de lo que pasaba en La Coruña. Miles de aficionados estaban pendientes de la radio en el estadio.
Bebeto se esconde
El silencio se rompió poco después con un grito ensordecedor. Djukic falló el penalti más importante de la historia del Deportivo. Su lanzamiento, muy flojo, lo detuvo González, que celebró efusivamente su parada. Bebeto no quiso lanzarlo y, como muchos jugadores deportivistas y Augusto César Lendoiro, presidente, acabó llorando.
En Valencia, muchos aficionados lamentaron la parada de González. No querían que el Barça se proclamara campeón de Liga. Los jugadores, sin embargo, habían pactado una buena prima con el Barcelona.
La derrota de Atenas
Las lágrimas de Riazor contrastaban con la euforia del Camp Nou. Núñez se levantó y se abrazó con los directivos del Barça. En el campo, Cruyff lo celebraba con sus futbolistas. La flor tardó unos días en marchitarse. Solo cuatro después, su equipo fue humillado por el Milan en la final de la Champions de Atenas. Ese doloroso 4-0 finiquitó la edad de oro del Dream Team, pero esa es otra historia.