El 22 de octubre de 1899, un joven Joan Gamper publicó un anuncio en la revista Los Deportes para reunir a un puñado de personas interesadas en la práctica del fútbol, un deporte apenas inexistente en aquellos años en Barcelona. Él, que era todo un sportsman, había importado esa cultura deportiva de Suiza, donde ya había fundado el Zúrich, y se empeñó en repetir su gestión en España.
Un mes después de aquel anuncio, el 29 de noviembre, nació el FC Barcelona en el Gimnasio Solé y, en la reunión fundacional, se designó a Gualterio Wild como presidente y a Gamper como capitán. Pero ¿por qué no se convirtió Gamper en el primer presidente de la historia? Pues por la sencilla razón de que era menor de edad y la ley se lo impedía.
Cinco presidencias
De todos modos, Gamper se convirtió en presidente en hasta cinco ocasiones, ya fuera para salvar al club de la desaparición o bien para internacionalizarlo, que viene a ser lo mismo. Sin embargo, la primera etapa apenas duró un año (1908-09), pues el trabajo le absorbía tiempo y energía. Pero fueron unos meses suficientes como para reflotar la entidad, hundida en todos sus ámbitos: rearmó el equipo, captó nuevos socios, compró el primer terreno en propiedad (el campo de la calle Industria) y, más importante, le insufló moral y vitalidad a la entidad.
Gamper volvió a tomar las riendas entre 1910 y 1913, años en los que luchó contra las desavenencias internas —el conflicto católicos-protestantes tensó el ambiente— y con las federaciones, hasta que, cansado y con las aguas algo más calmadas, dimitió, pero todavía regresaría tres veces más.
El inicio del fin
En concreto, todavía fue presidente entre 1917 y 1919, etapa en la que su gestión fue esencial para enderezar el rumbo; entre 1921 y 1923, su momento más tranquilo, con las cuentas saneadas, una masa social consolidada y la inauguración del estadio de las Corts; y entre 1924 y 1925, hasta que la dictadura de Primo de Rivera le obligó a renunciar y a huir a Suiza después de que el público pitase la Marcha real española antes de un partido con el Júpiter organizado para homenajear al Orfeón Catalán. Ahí comenzó su declive.