Leo Messi, con una vaselina muy sutil, marcó uno de sus mejores goles como jugador del Barça el 17 de marzo de 2019. Y, de pronto, la grada coreó su nombre: "Meeeesssi, Meeeessi, Meeeessi", se escuchó claramente para alegría del crack argentino. Muchas veces fue premiado con el mismo cántico en el Camp Nou, pero ese día fue la afición del Betis la que se rindió a su magia y talento. El Benito Villamarín, habitualmente hostil con el equipo azulgrana, rindió pleitesía al mejor jugador del mundo.
En 2019, Messi era el mejor futbolista del mundo. Sin discusión. Era el líder del Barça. El jugador que marcaba las diferencias. Si estaba en estado de gracia, era imparable. Y ese día, Messi estaba inspirado.
El agradecimiento de Messi
Hace casi cinco años, Messi dio un recital en el Villamarín. Marcó tres de los cuatro goles de un Barça que destrozó al Betis (1-4) y tras marcar su mejor tanto, la afición local ovacionó al futbolista.
"No recuerdo una ovación así. Estoy agradecido a la gente por su respuesta. Siempre que venimos aquí nos trata bien más allá de la rivalidad”, manifestó Messi tras el partido en los micrófonos de Movistar +".
Campeón de Liga
Messi era feliz en el Barça y el Barça estaba encantado con Messi. En marzo de 2019, el Barça tenía 10 puntos más que el Atlético de Madrid y ganó la Liga con mucha suficiencia. Poco después, sin embargo, fue goleado en Anfield en el partido que marcó el principio de su decadencia. También perdió la final de la Copa del Rey, contra el Valencia. El partido, curiosamente, se jugó en el Villamarín.
Hoy, el Barça vive sin Messi y vive peor. No tiene una estrella que le solucione los problemas. Xavi le echa de menos. En Miami, Leo vive más tranquilo. Hace dos años y medio que se fue del Camp Nou y su recuerdo es imborrable. Es eterno.