Gerard Piqué ha hecho un buen regalo a los medios de comunicación con Matchday. Las principales cabeceras deportivas van llenas de noticias extraídas del documental. Sin la inestimable colaboración del central catalán no habría sido posible.
Sin embargo, Piqué sorprende al reaccionar molesto con los medios cuando se hacen eco de los momentos polémicos que él mismo protagoniza en la serie. Gerard más que nadie debería ser consciente de a qué se expone. Si da carnaza, será utilizada con todas las consecuencias.
Es un error pensar que los medios van a tener una deferencia con él por el hecho de haber ayudado a producir y publicar los contenidos. Pero peor aún es vivir en su propia realidad, ajena al resto de los mortales.
No hay manipulación, no hay tergiversación, no hay interpretaciones descontextualizadas cuando Piqué presume ante Hiroshi Mikitani, dueño de Rakuten, de hacer lo que quiere con Valverde en un alarde de cierta fanfarronería.
La escena no deja lugar a las dudas, el central es claro y meridiano en las imágenes: se reunió cinco veces con Valverde para convencerle de que toda la plantilla fuese a una fiesta del sponsor principal en Nueva York. El técnico no veía necesario que fuesen todos y así se lo transmitió cada vez que hablaron --con razón, por cierto--, pero Piqué se salió con la suya como de costumbre. “Le dije 'no importa, iremos igualmente' (risas)", confesó el defensa a Mikitani.
Es tan evidente la posición de inferioridad en que se queda Valverde, y queda tan demostrada su falta de autoridad, que no tiene sentido que diga que esa interpretación está hecha fuera de contexto. Hasta el punto de que el propio Valverde lo reconoció en rueda de prensa: “A todos nos ha pasado que nuestro padre nos ha dicho que no hagamos algo y lo hemos hecho igual”.
El Txingurri rehusó lapidar a Piqué y quitó importancia a la escena, pero manifestó su incomodidad con el documental, consciente de que debilita su imagen ante el vestuario.
Por mucho que se queje el central, es obvio que con estos episodios hace un flaco favor a su entrenador, que bastante tiene con soportar la pesada carga de Roma, Anfield y el mal juego del equipo en forma de críticas constantes. Gerard debería aceptar con naturalidad la crítica, habituado como está a ella. Y, especialmente, cuando está justificada. Gerard, no siempre tienes razón.