Siento haber acertado. Escribí en mi anterior artículo que la falta de discreción y el exceso de fanfarronería de Laporta y Deco ponían en peligro el fichaje de Nico Williams y, lamentablemente, no me equivoqué. Trato de no caer en la incoherencia de aquellos que destacaban lo bueno que era el jugador y los beneficios de su llegada cuando el fichaje parecía hecho y, ahora, cuando se ha frustrado, de repente, para mantener su defensa acérrima de la actual dirigencia del club, ya no les parece tan extraordinario y repiten como loros el discurso oficialista de que el Barça “ha esquivado una bala”. No nos autoengañemos. En lugar de echar las culpas siempre a los demás, pidamos un poco de autocrítica y, sobre todo, más profesionalidad, rigor y diligencia de los actuales directivos del Barça.

Por segundo año consecutivo, han tenido la oportunidad de fichar a un grandísimo jugador, deseado también por el Bayern, y cuya voluntad era vestir de azulgrana, y han sido incapaces de firmarlo porque tienen el club patas arriba. Ni tenían el dinero preparado ni disponían de margen salarial para inscribirlo ni el acuerdo total con el jugador. Y es que durante este mandato no se han conseguido ingresos nuevos, ni se ha vuelto al Camp Nou en los plazos prometidos, ni se ha rebajado tanto la masa salarial si quitamos el salario de Messi y contamos todas las millonarias renovaciones exprés al alza. Se está viviendo de venderse el patrimonio heredado: la venta de la casa de los padres en la costa brava, el piso de la madre en el Eixample y hasta las joyas de la abuela, pérdidas de patrimonio adornadas con el nombre de palancas. De hecho, la causa de la multa de la UEFA de 60 millones, de los cuales 15 son ya de pago inmediato y hay que provisionar 45, obedece a que en los últimos 3 años, la directiva del Barça ha gastado mucho más de lo que ha ingresado en la actividad ordinaria del club, mientras Laporta repite que “hemos salvado al club y lo hemos saneado económicamente”. Si a los socios de la grada de animación se les prohibió volver hasta que no pagaran los 21.000 euros de multa, los directivos no deberían sentarse en el palco hasta que abonaran la multa de la UEFA de su bolsillo, ¿no?

Lo más hilarante es haber anunciado un premio para el Compliance (director de cumplimiento normativo), Sergi Atienza, que compartía despacho con Laporta e hizo campaña electoral a su favor, la misma semana que la UEFA le imponía una segunda sanción al Barça por incumplimiento de la normativa económica. Tampoco parece haber dicho la verdad Laporta cuando aseguró semanas atrás que el Barça estaba en la regla 1:1. El presidente de la Liga, Javier Tebas, lo desmintió categóricamente, asegurando que el club no dispone actualmente de capacidad de inscripción, sin que el presidente azulgrana lo haya rebatido o demostrado lo contrario. Curioso que, los dos organismos, UEFA y LIGA, que tienen acceso a las cuentas del club para fiscalizarlas, coincidan en imponer limitaciones por los resultados económicos negativos de la gestión de la actual junta, que en lugar de asumir sus errores sigue excusándose en los enemigos externos.

¿No quedamos que con Laporta el club mejoraría sus relaciones con los principales organismos futbolísticos? Está pasando lo contrario. A Nico Williams lo han dejado tirado dos veces. Le hicieron lo mismo a Leo Messi. En junio de 2021 le dijeron que el acuerdo para su nuevo contrato era total y que volviera de Ibiza para firmar y al aterrizar le dieron una patada en el culo. Y en verano de 2023, cuando quedó libre del PSG, Laporta volvió a prometerle que le ficharía para colgar las botas de azulgrana y al final no tenía capacidad para inscribirle y acabó fichando a Oriol Romeu y Vitor Roque en el siguiente mercado invernal. Y, ¿saben qué? Que hay serias sospechas de que el frustrado fichaje de Nico Williams se haya dinamitado desde dentro del club, por quién dice que controla el vestuario, al ver que la dupla Lamine-Nico sería un contrapoder demasiado fuerte.

Esperemos que Deco aprenda a gestionar los fichajes con algo más de discreción. Se le ha escapado Nico Williams por segunda vez, como se le escapó Arda Güler, por filtrar a los medios su aterrizaje en Turquía, lo que despertó la reacción del Real Madrid, que se llevó el gato al agua.

El club de amiguetes colocados sigue ampliándose. Deco ha incorporado a su exsocio de su antigua agencia de representación, Joao Amaral, como nuevo jefe de scouting del Barça. En su curriculum figura haber sido el director técnico del potente club portugués, Rio Ave. No pasa nada. También se ha elegido a Beletti como técnico del Barça B sin tener el carnet de entrenador para ejercer en la Segunda REFF. Seguro que está a punto de conseguirlo.

La pena es que, desde que este verano el balón pasó del césped al palco todo haya sido un desastre. Falta un mes, y la disputa del Gamper contra el Como en el Camp Nou el día 10 de agosto parece una quimera. Se anunció sin tener la seguridad de que las obras estuvieran terminadas y sin la obtención de las pertinentes licencias de actividad y seguridad. Improvisan y si luego hace falta ya rectificarán mil veces. Faltan 29 días y no se sabe si se acabará jugando, ni cuanto público podrá asistir y tampoco hay todavía entradas a la venta para un partido contra un rival, que con todos los respetos, tiene menos glamour que el Leganés. Pero no pasa nada. Laporta sigue haciendo de las suyas. La última es firmar con uno de los dos gobiernos de Libia la disputa de un partido amistoso, la creación de una academia y de un Barça Experience. La ONU asegura que Libia es un país que no garantiza los más básicos derechos democráticos y el Ministerio de Asuntos Exteriores de España recomienda no viajar allí por considerarlo un país con un "riesgo extremo" debido a la delincuencia, el terrorismo, los disturbios civiles, los secuestros y el conflicto armado. ¿Asociar la marca Barça con un país así encaja con los valores del club?

En su primer mandato, Laporta ya hizo tratos con Uzbekistan y al final llegaron 3,5 millones al Barça y 10 millones a su despacho. Pero no pasa nada, porque en esta ocasión no hay nadie que se atreva a buscar un farmacéutico dispuesto a irse a la Audiencia Nacional a denunciar al presidente del Barça, como hicieron con Rosell. Son los mismos que criticaron el fichaje de Dembélé y ahora le verán levantar el Balón de Oro como mejor jugador del mundo.