Ya estamos en verano y una vez más el tema de actualidad en el mundo blaugrana vuelve a girar alrededor de un nombre, el de Nico Williams.

Evidentemente, no estamos ante otro caso Mbappé, con capítulos anuales más largos que una serie de sobremesa, sino que la oportunidad de firmar al habilidoso extremo del Athletic Club se ha dado por la insistencia y los pasos firmes del propio Nico, que ha sido el que se ha movido y no el Barça.

Justamente porque ha sido el propio jugador el que ha apretado para convertirse en blaugrana y no del Barça, que le había cerrado la puerta, es incluso desagradable ver toda la guerra que el Athletic Club ha desatado contra los blaugranas, algo que ya no viene de ahora, pero que ha cruzado varios límites.

En primer lugar, el Barça no está haciendo ni ha hecho nada incorrecto en el caso Nico, ya que si se termina realizando el fichaje se hará previo pago de la cláusula de rescisión que tiene el contrato del jugador; un contrato que, por cierto, expiraba en 2023 y el extremo renovó para asegurar que su club de formación cobraba por su traspaso, por lo que el propio Athletic aceptó que esta fuese la suma que recibiría por su traspaso.

No es, por lo tanto, un asunto económico o de perder a su gran estrella lo que molesta en Bilbao, sino que el jugador termine jugando en el Barça, algo que desde Barcelona resulta imposible de entender, cuando ambos conjuntos habían gozado de un cierto hermanamiento hace unas temporadas, hasta que las relaciones se truncaron tras las finales perdidas por el Athletic y el inicio de ciertas hostilidades desde San Mamés.

Se puede intentar hacer creer que el Barça actuó mal fichando a Íñigo Martínez cuando finalizaba contrato, pero lo cierto es que el jugador optó por la oferta blaugrana en base a su propia libertad y criterio, un fichaje conocido desde hacía meses, algo que no pasó cuando llegó desde la Real Sociedad previo pago de la cláusula a un día del cierre del mercado de fichajes.

Los jugadores también tienen todo el derecho del mundo en decidir donde quieren jugar o por donde quieren encaminar su carrera deportiva, sin que ello les reste ni un ápice de profesionalidad o amor por su club, como es el caso de Nico o Íñigo, e incluso el de otros jugadores que salieron por la puerta de detrás de Lezama, dejando muchos millones en las arcas, como Javi Martínez o Fernando Llorente.

No ayudó tampoco a las relaciones ni las finales perdidas, ni los pitos a Andrés Iniesta sin un motivo claro o, que todavía no entendemos, ni tampoco la posición del Athletic totalmente anti Barça en el caso Negreira, el caso Olmo o en los recibimientos en San Mamés, donde el último episodio se vivió este final de temporada, episodios unidireccionales que rozan ciertos límites y que desde Barcelona no se entienden.

Evidentemente, el Athletic Club no estaría así, acudiendo a las oficinas de la Liga para intentar bloquear o perjudicar al Barça si Nico se hubiera decantado por la propuesta del Real Madrid o de cualquier otro, y aunque quieran vestirlo su actitud como defensores de las normativas, no existen motivos para culpar de nada a los blaugranas que no hagan ellos mismos.

El Barça puede fichar a Nico sin que nadie pueda decir nada, otra cosa será que lo pueda inscribir, donde sí que interviene el fair play de la Liga y el trabajo de los blaugranas en este punto ha sido ingente, pero aún así, este sigue sin ser el problema del Athletic, ya que la Liga es quién debe tener toda esta información y no un club o demás personas cercanas a entornos.

Sorprende que ni el Espanyol, que tiene al Barça como eterno rival, se haya tomado tan mal el fichaje de Joan Garcia como el Athletic lo está haciendo con Nico Williams, al que presionaron hasta la saciedad en año pasado y ahora quieren hacer pasar por el malo de la película, como si su voluntad no importara.

Cada uno elige su camino y los hechos que les definen, Barça y Athletic fichan en otros clubes sin que esto sea debate de estado e incluso en otras canteras, y aunque sorprende la dirección del Athletic en esto su decisión está tomada, por lo que los blaugranas harían bien en pagar la cláusula de Nico y decir “agur” a las relaciones con el Athletic, a quién, por cierto, tampoco debemos nada.