Dicen los datos que Marc Ter Stegen llegó al Barça hace once años. Y que en ese período, aparte de sufrir una grave lesión, llegó a ganar 16 títulos con el conjunto azulgrana. Entre ellos una Champions, cinco Ligas, en las que en una de ellas fue el menos goleado, cinco Copas del Rey, tres Supercopas, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubs. Ese historial es merecedor no solo de elogios sino también del reconocimiento del Barça. Es un valor a tener en cuenta. Un portero de los que puede tener influencia y enseñanzas a los otros guardametas del club y especialmente a los jóvenes que crecen en la Masía.
No es que el alemán esté acabado. Todavía puede rendir lo suyo. Si el Barça ha fichado a un veterano retirado, Ter Stegen es un futbolista útil. Puede que quiera marcharse ante los comentarios que hablan de que Hansi Flick no lo quiere o que el Bayern ofrece una buena cantidad por ficharlo. Pero lo que una entidad como el Barça no puede permitirse es el lujo de despedir a jugadores que han marcado la historia del club.
La época de Joan Laporta se ha distinguido por despedir a futbolistas que han escrito toda una leyenda en la entidad. Jugadores que han salido por la puerta de atrás en lugar de por la delante. Desde Ronald Koeman, pasando por Leo Messi, o Xavi Hernández y ya no digamos Sergio Busquets y otros más. Esa gente es gente del club. Aman los colores azulgrana.
Eso que defiende Gerard Piqué en voz alta cuando alega que nadie sentirá al Barça como los jugadores nacidos o crecidos en el club. No es el caso de Ter Stegen, pero no creo que el alemán quiera más a un equipo de su país que al Barça.