Lamine Yamal es un jugador sobrenatural y es que con 17 años ya ha disputado 100 partidos con el primer equipo del Barça y difícilmente encontraremos uno malo en la hemeroteca.

El crack de Rocafonda es determinante en las grandes noches y no solo eso, también lo fue el martes en la previa ante los medios de comunicación donde demostró que ya es un líder fuera del terreno de juego. Lamine demostró que está hecho de otra pasta. Habló con la misma grandeza con la que juega al fútbol y esto no entiende de edades sino de carácter.

No todo el mundo está preparado para afrontar y asumir el éxito con la naturalidad con la que lo está haciendo Lamine Yamal. A veces hace que nos olvidemos que todavía es un adolescente que ni siquiera puede firmar un contrato profesional, lo suyo es extraordinario.

Esa tranquilidad y esa manera de ser son impropias incluso del más maduro del vestuario y entiendo que esto genere cierta animadversión en la capital. El problema, sin embargo, no es su carácter, no son sus palabras ni tampoco sus bailes o y peinados, el problema que tienen con la perla azulgrana su enorme calidad. El terror del Real Madrid vuelve a tener nombre y apellidos: Lamine Yamal Nasraoui Ebana.

Mucho más que un empate

Hacía 6 años que el Barça no disputaba unas semifinales de la liga de campeones, pero qué manera de volver. El 3-3 ante el Inter fue mucho más que un resultado, fue una definición perfecta de la identidad de este equipo. Remontar un 0-2 en una noche europea de esta magnitud solo está al alcance de los equipos con alma, y este Barça, al ritmo imparable de Lamine Yamal, tiene de sobra. El joven prodigio de Rocafonda firmó una actuación memorable, liderando una reacción que encendió Montjuïc y nos recordó que el fútbol, a veces, es magia en estado puro.

Aun así, hay cosas que preocupan. La fragilidad defensiva volvió a evidenciarse y contra rivales de este nivel, se paga cara. Los tres goles recibidos son una herida abierta pero más grave aún es la lesión de Jules Koundé, un pilar en la defensa y una baja que puede condicionar seriamente el tramo final de temporada.

A pesar de todo, soy optimista. Este Barça ha demostrado que es prácticamente imposible dejarlo KO. En el Giuseppe Meazza, con el carácter que han mostrado y la calidad que tienen, todo es posible.

Gane o pierda el próximo martes, este equipo ya ha entrado en otra dimensión. No solo compite, sino que emociona. Transmite pasión, compromiso y una fe contagiosa. Y eso, pase lo que pase, ya lo hace eterno.

La Copa vuelve a ser nuestra

¡Qué partido, qué sufrimiento, pero sobre todo… qué victoria culés! La Copa vuelve a ser del Barça después de una noche memorable en La Cartuja que tuvo de todo.

De hecho, el partido ya llegó condicionado por una previa lamentable del Real Madrid que influyó en el arbitraje de De Burgos Bengoetxea y de González Fuertes en el VAR. No tuvieron su noche y seguro que no estarán orgullosos de su actuación. Los entiendo y me pongo en su piel, no era fácil, pero tampoco los justifico.

Pero contra todo y contra todos, este Barça volvió a demostrar que está hecho de otra pasta. Superando todas las adversidades, levantándose de la lona, nos dieron una nueva lección de resiliencia y amor propio. Van justos de fuerzas, pero les sobra fútbol y agallas, y eso les permitió levantar el segundo título de la temporada.

No sabemos cómo acabará la temporada, pero hay que saborear lo que ya tenemos, disfrutar de lo que ya ha conseguido este equipo que va más allá de los títulos. Esta generación de jugadores tiene muy buena pinta, ya veremos hasta dónde son capaces de llegar. Por ahora, ya han conseguido que volvamos a estar muy orgullosos de este equipo y este club, así que ¡infinitas gracias a todos!