Hasta el partido del miércoles, Wojciech Szczesny había vivido prácticamente en un pedestal, aplaudido por unos y ovacionado por otros, siendo tan indiscutible bajo los palos que hasta el regreso de Marc André ter Stegen se vio más como un problema que una solución. Quien más o quien menos tenía al portero polaco, que en verano había decidido colgar los guantes y vivir todos los lunes del año bajo el sol de Marbella, como el talismán del equipo, tras encadenar 22 partidos invictos a principios del año, a base de paradas e intervenciones de mérito.
Su leyenda aumentó durante las celebraciones de los títulos y las victorias importantes: en la final de la Supercopa de España sacó el vapeador a pasear y en la final de la Copa decidió apartarse de la algarabía para contemplar a sus compañeros celebrar por todo el alto el triunfo.
Pero toda esta aura se difuminó este miércoles en Europa. Su partido ante el Inter de Milán fue simplemente nefasto. Ninguna intervención de mérito, tres remates y tres goles encajados y no fueron cuatro por la punta del pie del rival. Una actuación impropia para un portero en una semifinal de la Champions, y aún más pensando que dos de los tres goles llegaron de jugadas a balón parado, donde para colmo, en el último gol se quedó a media salida, facilitando que Drumfies rematara a placer.
Hansi Flick ya dejó muy claro en rueda de prensa que Szczesny, Tek en el vestuario, seguirá siendo el portero en la Champions. Así pues, repetirá en la vuelta. Pero ahora la pregunta del millón es cuándo regresará Ter Stegen. ¿Será ante el Valladolid este sábado en la Liga?, ¿o en el Clásico del 11 de mayo en Montjuïc?, ¿o quizás en el derbi tres días después en Cornellà-El Prat? Las incógnitas están abiertas, pero si Tek no espabila puede que pierda la titularidad más pronto que tarde.
También está en un juego una renovación, que todo apunta será por un año, pero que nadie puede asegurar a día de hoy. Y es que en el mundo del fútbol todo cambia de la noche a la mañana, y de eso Joan Laporta puede dar fe.
Lo que está claro es que tampoco se puede incendiar todo por solo un partido y que hay dar un margen de confianza a una persona que había colgado los guantes en verano y decidió volver al fútbol profesional, ganándose incluso la confianza de Flick. Pero el fútbol no tiene memoria y otra metedura de pata del polaco pondría en una situación muy complicada al técnico alemán, con su compatriota Ter Stegen esperando pacientemente en el banquillo.