La receta del Barcelona contra el Real Madrid salió perfecta. Todos los puntos fuertes que planteó Hansi Flick se cumplieron. De entrada, Lamine Yamal fue clave para ser el gran desequilibrante de una defensa blanca en horas bajísimas. Pero también el centro del campo con un imparable Marc Casadó, que con Pedri y Gavi reivindicaron el talento de la casa. Y los merengues tampoco consiguieron dejar en blanco a Robert Lewandowski. Contribuyó a desequilibrar la defensa rival y chutó un penalti muy bien lanzado. Por todo ello, Flick se impuso con autoridad a Carlo Ancelotti. El partido lo debía ganar uno de los dos entrenadores y es evidente que el alemán está llevando a la humillación el míster italiano: nueve goles entre la ida en Santiago Bernabéu de Liga con cuatro y cinco más en la Supercopa saudí. La debacle blanca es descomunal.
En la lista de los 'peros' para Flick no hay nada que reprochar, aunque es evidente que se la jugó, y mucho, poniendo en la portería el portero fumador, Wojciech Szczesny. No lo hizo mal, pero pecó de una roja injustificada que hizo temblar el espíritu de los azulgranas, tan acostumbrados a remontadas épicas cuando ven al Madrid en territorio Champions. El equipo azulgrana está por encima de individualidades, pero es evidente que Flick se la jugó poniendo a un portero que disputaba su segundo partido consecutivo como titular en menos de una semana y después de un parón largo que arrastraba desde el mes de junio.
Del mismo modo que contra el Athletic Club de Bilbao, Iñaki Peña pagó la rectitud en la puntualidad del míster. Es evidente que si no salió de entrada en este clásico, fue por una decisión técnica de Flick que nada tenía que ver con castigos ni lecciones. La jugada le salió bien, pero más vale tener en cuenta las limitaciones de un portero suplente que, además, pocos modales da con su obsesión por el tabaco.