Hansi Flick necesita un plan B y, ahora mismo, ya empieza a ser una evidencia. Tres partidos consecutivos sin ganar, con dos de ellos en derrota, certifican un aspecto evidente: ni antes, el alemán era una divinidad ni ahora es un desastre. El fútbol es un deporte extremadamente líquido que fluye, cambia, se transforma y vuelve a aparecer cuando menos te lo esperas.
Pero en la lista de deseos que podemos hacer, ahora que termina el año 2024, también podemos añadir la lista de temáticas y explicaciones que pueden hacernos entender el por qué de esta mala racha. De ganar ante la bestia negra, el Bayern de Múnich, y el Real Madrid a arrastrarse ante el Celta de Vigo y Las Palmas (en casa este último, que todavía duele más).
Así que vamos al lío. Es evidente que en la Liga española hay excelentes entrenadores que han empezado a leer muy claramente el sistema de Flick. Tanto es así que el último en enfrentarse, Diego Martínez, fue capaz de revertir las estadísticas. ¿Quién hace ahora los fueras de juego, el rival o los azulgranas? ¿Quién crea más ocasiones y remates entre los tres palos, el rival o los azulgranas? Y así unos cuantos detalles más. Volviendo al principio: falta un plan B.
La dependencia de Lamine. Pues bien, este argumento poco lo compraba antes y sigo comprándolo menos después de su salida en la segunda parte el pasado sábado en el Lluís Companys de Montjuïc. Antes de hablar de dependencias de un chaval que todavía no es Leo Messi, quizás es más atractivo acusar la falta de juego a los ausentes Dani Olmo o Marc Casadó.
Y, en último aspecto, lo que me parece fundamental: la recuperación de la plantilla al completo, con Frenkie de Jong incluido. Ha sido volver, progresivamente, todos los efectivos a disposición y empezar a diluir la idea de juego, la capacidad de concentración y el empuje necesario de los jugadores fijos para desarrollar su liderazgo dentro del campo. Estableciendo un paralelismo que a pocos gustará, ¿por qué un Real Madrid lleno de figuras está ahora en horas bajas? A veces, sobran más que faltan y como decía mi abuela 'algunos abundan demasiado'.
Lo que parecía un problema a inicio de curso con las ausencias de muchos, Flick lo supo reconvertir en una enorme aptitud. Y, ahora, que teóricamente no valen tantas excusas, los jugadores no demuestran su enorme potencial. Hace falta una reflexión profunda y que cada uno entone un mea culpa que le anime a corresponsabilizarse del mal juego demostrado. Hoy, otra prueba de fuego contra el Mallorca. La Champions no perdona, pero la Liga tampoco.