Nunca ha sido fácil ser del Barça. No hay semanas tranquilas por culpa del propio club, el resultado del equipo, del entorno o de la prensa. Todos estos factores contribuyen a que el clima esté siempre, o casi siempre, enrarecido y crispado.

El Barça es el club más exigente y autodestructivo del mundo y por eso no nos basta con ganar, también queremos hacerlo jugando bien. No nos basta con el qué, también nos fijamos con el cómo. No nos basta hacer las cosas de cualquier manera, siempre buscamos la perfección en todo lo que nos toca de cerca. Todo.

Por este motivo ni el mejor equipo de la historia, el Barça de Guardiola, se libró de las críticas o de las campañas de desestabilización. Siempre buscamos los “peros” a todo y, por mucho que nos esforcemos, nunca lo podremos cambiar porque esta también es nuestra identidad. Los culés somos así y en muchas ocasiones también nos dejamos influenciar por el famoso madridismo sociológico.

El juego, los resultados, los arbitrajes, la situación económica, la herencia de la antigua directiva, el caso Negreira, el Barçagate, la caverna y una larga lista de elementos externos nos impiden centrarnos en lo que realmente deberíamos de tener claro. Com dijo Laporta, ser del Barça es un sufrimiento divertido pero añado que ser del Barça es lo mejor que hay. A día de hoy, también.

De vuelta a octavos

Era la asignatura pendiente de las últimas temporadas y, por fin, el equipo se ha sacado esa espina de encima. Ya lo podemos decir bien alto, tres años después el Barça vuelve a estar en los octavos de final de la Champions. Parece poco, lo sé, pero viniendo de donde venimos tampoco le podemos restar valor.

El equipo se ha quitado un peso de encima, pero lo mejor del partido ante el Oporto volvió a ser el resultado. El Barça ganó gracias a las individualidades y estuvo demasiado lejos de ser un equipo que pueda competir contra los grandes de Europa. Iñaki Peña, João Félix y sobre todo João Cancelo fueron los grandes artífices de esta victoria pero, jugando en casa contra el Oporto, no puedes regalar la primera media hora, jugar a ratitos y terminar pidiendo la hora. Las sensaciones de los primeros 30 minutos fueron muy malas y no se pueden volver a repetir. Hay que arreglarlo cuanto antes mejor, el domingo viene el Atlético

En fin, que hoy quizás no es el mejor día para reprocharle al Barça todo aquello que no es capaz de hacer, pero tengamos presente que con esto no nos podemos conformar. Disfrutemos de esta clasificación para los octavos de final que espero que también sirva para desbloquear mentalmente a la plantilla. Ojalá sea un punto de inflexión.