Xavi y su staff técnico son unos trabajadores natos. También es cierto que Xavi planifica con una plantilla que, cuando le faltan tres o cuatro jugadores, ya va corta. Del mismo modo se debe aceptar que algunos fichajes no son de su agrado: pide a Martín Zubimendi y no se lo traen, o cuando está acabando el mercado le caen dos Joaos, Félix y Cancelo, con los que no contaba para nada.

Pese a ello, y a las críticas instigadas desde dentro del propio club, Xavi ha hecho lo imposible para adaptarse a las circunstancias. Una prueba es que ha valorado el esfuerzo de Joao Félix y no le ha respondido con gritos, como sí hacía el Cholo Simeone.

Pero cuando algo falla, como en las parejas, siempre es cosa de dos. No se puede negar que Xavi tácticamente debe dar con la tecla adecuada. Del mismo modo que acertó en la primera mitad contra el Real Madrid, no se puede aceptar que se equivocara a tal extremo en la última media parte del domingo, ante la Real Sociedad.

Más allá de Xavi, hay otra mitad que me mosquea: la de los jugadores. De entrada, es verdad que el míster apuesta por los jóvenes ante ausencias de primeras espadas requeridas --y que no han llegado, como he comentado-- o lesionados --véase Frenkie de Jong o el tocado Pedri--. Pero tampoco es menos verdad que podría apostar por los jóvenes sin darles tanto crédito teniendo en cuenta que por delante hay otros recambios.

Así pues, ¿por qué lo hace? Xavi se siente con más confianza y autoridad frente a los que van saliendo como churros de la Masía. Hasta aquí, lo puedo entender. Aunque me preocupa la autoridad. O, mejor dicho, el feeling que puedan sentir pesos pesados dentro del vestuario frente a él. Con Busquets o Jordi Alba, la temporada pasada, tenía enlaces en el sí de los jugadores para ganarse un respeto indiscutible. Ahora, ¿a qué jugadores les confía esa suerte? ¿Ter Stegen? Viendo el juego del portero frente al resto del equipo, parece la única pieza del puzzle que no se tambalea.

Algunos detalles no gustan, y el precedente de Gundogan con sus declaraciones, en un medio australiano después del clásico, ha abierto una caja de pandora que, de momento, no parece cerrarse. En la antigua Anoeta sólo vimos en los primeros 45 minutos, de Joao Cancelo, un detalle propio de jugador grandioso... Fue a nivel individual. Nadie actuó como equipo, y esto preocupa.

Puedes jugar mal, pero dar una sensación de desconexión brutal con pequeños detalles previos, da demasiado que pensar. Es importante no despistarse y aprovechar el nuevo parón en este mes de noviembre. Para, entre todos, coger un poco de aire y limar asperezas o confusiones, si las puede haber.