La cara y la cruz de Gundogan tras su semana más polémica en el Barça

No puede decirse que Ilkay Gundogan cuajase un buen partido este sábado en San Sebastián. Más bien al contrario. Estuvo impreciso y descolocado, falto de intensidad en situaciones concretas como muchos de sus compañeros. Sin embargo, bastaron unos segundos para cambiar radicalmente el escenario. Y en los últimos compases del Real Sociedad-Barça, de sus botas nació la asistencia del gol de Araujo. Propiciando, así, un triunfo balsámico tras el clásico perdido en Monjuïc la semana pasada.

Semana complicada para Gundogan

Tampoco es que haya sido una semana fácil para Gundo. Ha recibido críticas y alabanzas a partes iguales por parte del barcelonismo, después de sus palabras tajantes sobre sus compañeros tras la derrota ante el Real Madrid.

"No vine aquí a perder este tipo de partidos. Vengo del vestuario y obviamente la gente está decepcionada, pero después de un partido tan importante me gustaría ver más enfado y decepción”, confesó días atrás. Unos lo consideraron osado. Otros, valiente. Pequeños matices que lo cambian todo.

El caso es que las palabras del veterano centrocampista, no hace mucho capitán del Manchester City, salieron de dentro y tenían un objetivo principal: levantar anímicamente al equipo, y cuanto antes. Dar una bofetada de realidad a sus compañeros y fomentar el cambio y la mejora de algunas actitudes. Todo, orientado a lo mismo: ser más competitivos y aspirar a todos los títulos.

Gundogan da ejemplo y se reivindica

Algunos no se lo tomaron bien, aunque la mayoría sí. No hubo polémica ni rifirrafes en el vestuario, más allá de las críticas externas de algunos sectores barcelonistas. A Gundogan no le importó lo más mínimo, al centrarse en lo suyo: jugar al fútbol y, en la medida de lo posible, ayudar a su equipo a ganar partidos.

Ilkay Gundogan, durante el clásico contra el Real Madrid EFE

Este sábado, tuvo la oportunidad de reivindicarse y la aprovechó. No protagonizó una gran actuación en Anoeta, pero fue decisivo con su brillante centro para que Ronald Araujo, de cabeza, enviase el balón al fondo de las mallas en el tiempo de descuento. La mejor forma de justificar su mensaje de rebeldía, sin duda, era dar ejemplo sobre el césped. Y de momento, Gundo lo está haciendo.