Me resulta increíble lo que está pasando en el mercado de fichajes cuando todavía estábamos echando el cierre a la temporada este pasado fin de semana. Lo que ha pasado con Karim Benzemá, debo admitirlo, me rompe con todos mis esquemas preconcebidos. El francés ha rescindido el contrato por sorpresa, especialmente, de los periodistas acreditados que desde la Meseta, tan solo 2 días antes semana, aseguraban que se quedaba. Lejos de esto, rompe los lazos con Florentino Pérez y se marcha, seguramente, a Arabia Saudí.
Algo similar puede pasar con Leo Messi. De entrada, sigo siendo agnóstica con su regreso y, especialmente, por el carpetazo que dio a finales de abril a la propuesta y por el mareo de los Messi que llevaban con el juego de especulaciones que se daba de puertas para fuera con ellos desde Barcelona. La guinda al pastel fue el viaje relámpago a Arabia Saudí y, aunque ahora lo niegue Sergio Busquets, el irse de la mano a un destino como un país árabe o Estados Unidos, también remataba los deseos del astro argentino.
Aunque la sed de éxito y competitividad de Leo pueden dar un giro en cualquier momento y, debo admitir, su futuro inmediato me tiene completamente loca. Hay dos condicionantes que hacen poner el interrogante, más allá de las fotos entre reuniones o viajes exprés a Barcelona.
Por un lado, los 250 millones de euros que le debe el FC Barcelona y que se pueden rentabilizar o volver a presupuestar su fichaje con un incremento leve de la deuda. De este modo, el Barcelona pagaría más de estos 250 millones, pero recuperaría con su marca la diferencia e, incluso, parte del pago pendiente.
De la otra, la jugada de ajedrez que se está dando con un inversor árabe. Hasta hace pocos meses, Riad era la sede de los grandes males de cabeza de Joan Laporta. Tratar con esta gente no es fácil ni cómodo. Pero Jan, con su don de gentes y aceptando contrapartidas que un día conoceremos, puede jugar la carta de Leo aprovechando que este tiene hambre de líder. De este modo, con Leo por el medio, se puede encontrar un win-win entre los dos lados: el de los petrodólares saudíes y el de un club azulgrana en apuros.
Me atrevo a decir que si algo puede acabar condicionando es conocer la pena que el Barcelona acabe pagando en competición europea por el caso Negreira.