El Estrella Roja, como el FC Barcelona, es más que un club. Manuel Vázquez Montalbán definió al Barça como "el brazo no armado de Cataluña". Sí había armas en el Pequeño Maracaná, el estadio en el que hoy jugará el equipo de Hansi Flick. En uno de sus fondos campaban a sus anchas Zeljko Raznatovic, más conocido como Arkan, y su Guardia de Voluntarios de Serbia. Este grupo paramilitar utilizó métodos brutales y su líder fue considerado como uno de los criminales más despiadados del siglo XX.
A finales de los años 80 y principios de los 90, la antigua Yugoslavia era un polvorín. Los conflictos territoriales estallaron tras la muerte del mariscal Tito (1980), la caída del muro de Berlín (1989) y la crisis del bloque comunista. Entre serbios y croatas había muchas cuentas pendientes, tensiones agravadas durante la Segunda Guerra Mundial, y el presidente serbio, Slobodan Milosevic, desató las pasiones nacionalistas en un país castigado por la inflación y el desempleo.
Los Tigres de Arkan
Los altercados y las peleas entre aficionados eran habituales en los partidos entre equipos serbios y croatas. Arkan, según relata Diego Mariottini en el libro Dios, Patria y muerte (El fútbol en la guerra de los Balcanes), consolidaba y ejercía su poder a través del fútbol. En octubre de 1990, unos 20 ultras del Estrella Roja fundaron la Guardia de Voluntarios de Serbia, conocida como los Tigres de Arkan. Fue un ejército muy violento que combatió en Croacia (1991 y 1992), Bosnia y Herzegovina (entre 1992 y 1995) y en la Guerra de Kosovo (1998 y 1999).
Arkan, un antiguo delincuente que pasó gran parte de su adolescencia en Zagreb y que estuvo en varias cárceles de Europa, contó con más de 10.000 soldados en sus filas. Arrasaron pueblos y aldeas, con saqueos y todo tipo de vejaciones sexuales, y su jefe fue acusado por numerosos crímenes de guerra. Fue asesinado el 15 de noviembre de 2000.
Campeón de Europa
El Estrella Roja siempre ha sido un club muy politizado. Fue fundado el 4 de marzo de 1945 por jóvenes antifascistas y es el único club de Serbia, y antes de Yugoslavia, que ha ganado la Copa de Europa (ahora Champions). El 29 de mayo, el equipo de Belgrado derrotó al Olympique de Marsella gracias a su mayor acierto en la tanda de penaltis (5-3).
La final de Bari fue aburrida. Muy táctica. El tiempo reglamentario finalizó sin goles (0-0). Ljubomir Petrovic, técnico del Estrella Roja, contaba con futbolistas muy TOP como Mihailovic, Prosinecki, Pancev y Savicevic, pero estuvo más preocupado de desactivar a Waddle y Papin que de aprovechar la calidad técnica de sus futbolistas. Su plan, al final, salió bien y la Belgrado rojiblanca festejó su gesta, inimaginable en el fútbol actual.
La Yugoslavia de Tito
La felicidad del Estrella Roja, que en semifinales derrotó al Bayern de Múnich en una eliminatoria agónica (4-3), fue efímera. En verano, Belgrado ya era una ciudad en guerra y el conflicto de los Balcanes liquidó a una gran generación de deportistas de la antigua Yugoslavia, un país con seis repúblicas, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia, y dos provincias autónomas: Kosovo y Voivodina.
En 1982, el Barça derrotó al Estrella Roja en la primera gran actuación de Diego Armando Maradona. El 20 de octubre, el Pequeño Maracaná estaba embarrado, pero el crack argentino nunca se escondía en el campo. Recibió un balón muy lejos del área local. Lo arrastró mientras superaba a un defensa y se posicionaba hasta el balcón del área. Levantó la cabeza y vio al portero adelantado. Entonces se inventó una vaselina mágica. Imposible.
De Maradona a Lamine
Hoy, cuatro décadas después, el Barça regresa a Belgrado, con Hansi Flick de entrenador y un adolescente de 17 años, Lamine Yamal, como gran estrella. En el Pequeño Maracaná, con capacidad para 55.000 espectadores, ya no se preparan guerras, pero el equipo azulgrana tampoco se encontrará un campo de flores.