Ousmane Dembelé es un tipo que pasará a la historia del FC Barcelona para mal. Como lo que pudo haber sido y no fue. Como aquel niño travieso al que siempre le acabas perdonando las trastadas que te prepara pensando que será la última, que cambiará, y al final te acaba haciendo una más gorda.
Así fue la relación tóxica del Barça con Dembelé. Seis años de fe, de esperanza en unas condiciones físicas excepcionales, en un gran talento, pero que nunca fue capaz de explotar de forma definitiva. Este miércoles, contra su exequipo, Dembelé decidió volver a marcar, algo que tan solo había logrado en una ocasión en todo lo que va de temporada. Ahora ya van dos: un gol en Ligue1 y otro en Champions.
A la afición del Barça le dio mucha rabia el gol de Dembelé. Los casi 3.000 culés congregados en la grada de la afición visitante del Parque de los Príncipes estallaron cuando marcó. Pero, sobre todo, cuando le vieron celebrarlo como si nada pasara. Como si el Barça no hubiese destinado seis años de su historia a cuidarlo y mimarlo durante sus 200 lesiones, a tener paciencia con él en sus constantes salidas de tono, despistes y retrasos, con su toma de decisiones totalmente inexplicable en el césped... y siempre pagándole un salario de súper crack mundial. El Barça se lo dio todo a cambio de muy poco. Y el día que se enfrenta contra sus excompañeros, encima, celebra el gol, como si no le importase nada.
No está bien insultar, pero la afición del Barça lo hizo. Y mucho. Numerosos aficionados culés se acordaron de la madre del jugador galo. No está bien. Como tampoco estuvo bien su gesto, celebrando, ante la que durante seis años fue su afición. La que tanto tragó, la que se lo aguantó todo... para nada. Pero ni con la afición, ni con sus excompañeros, ni con Xavi o Laporta, que tanto dieron la cara por él. Ni una miserable muestra de agradecimiento. Así es Ousmane Dembelé.