El Barça ha vuelto en Europa. No es el equipo que maravillaba a todo el mundo con Pep Guardiola o Luis Enrique de entrenador, pero Xavi Hernández también quiere su parte de gloria. En el primer capítulo de los cuartos de final de la Champions, el Barça fue mejor que el PSG, un rival temible a campo a través pero sin grandes alardes técnico. Supo sufrir el grupo azulgrana en los momentos delicados y tumbar al campeón francés, lastrado por un Donnarumma errático. Tras años de fiascos y decepciones, ya tocaba una victoria épica.
Xavi, retado por Luis Enrique en la batalla psicológica previa al partido, alineó a Sergi Roberto y Frenkie de Jong, descartando a Christensen, mediocentro de emergencia que había solucionado muchos problemas hasta su lesión en el tendón de Aquiles.
El gol de Raphinha
El PSG tenía el control del balón, pero apenas penalizaba a un Barça bien posicionado que avisó por tercera vez en otro remate de Raphinha que desvió Donnarumma. El brasileño fue quien mejor interpretó las carencias defensivas francesas. Y, por suerte, encontró el premio del gol al tercer intento. A ocho minutos del descanso, Raphinha culminó una acción en la que participaron Cubarsí, Lewandowski y Lamine Yamal, el crack y las nuevas estrellas barcelonistas.
La tormenta francesa
El fútbol del PSG no tenía continuidad. No anda muy sobrado el equipo de Luis Enrique de talento, sobre todo en el centro del campo. En el Barça, mientras, Xavi supo interpretar perfectamente el guion del partido, pero las buenas sensaciones del primer tiempo saltaban por los aires con el temprano gol de Dembelé en el arranque del segundo acto.
Dembelé, posiblemente el futbolista más discutido de los últimos años, y también el más defendido por Xavi, se inventó una jugada magistral para empatar el partido y meterle el miedo en el cuerpo al Barça. Osumane, además, activó la tormenta perfecta para un PSG que golpeó de nuevo un minuto después, con una buena combinación entre Fabián y Vitinha que sorpendió a Sergi Roberto, Cubarsí y Ter Stegen.
Sufrimiento barcelonista
El Barça, seguro hasta entonces, quedó muy tocado. El PSG, ahora sí con espacios, era una pesadilla constante para la retaguardia barcelonista, impotente en una contra de Barcola, que estrelló el balón en el travesaño. Con el partido roto, sin tanto corsé táctico, el campeón francés fue un equipo mucho más reconocible, un equipo de Luis Enrique.
A Xavi no le quedaba más remedio que agitar el partido y se la jugó con Pedri, un futbolista con una clase descomunal pero que acaba de superar otra lesión muscular. Y el canario se sacó de su chistera una asitencia perfecta que culminó Raphinha, por un día acertado en el remate.
El partido, roto, entró en otra fase. El Barça, con un Joao Félix muy motivado, se encontraba cómodo con el balón y el PSG prefería correr. Y mucho corrió Dembelé, que cruzó tanto un remate que fue repelido por el poste, con Ter Stegen ya batido. Más inseguro estuvo Donnarumma, espectador un minuto después en un saque de esquina que Christensen, recién salido, cabeceó a placer. Su primer contacto con el balón, como el de Pedri antes, no pudo ser más positivo y premiaron a un Barça más intenso y épico que silenció el Parque de los Príncipes.