Si ya de por sí es difícil para las estrellas del fútbol lidiar con la presión mediática, para un niño de 16 años se trata de un mundo aparte. Un sueño hecho realidad antes de lo previsto, cuando la mente y el carácter --en la mayoría de los casos-- aún se encuentran en fase de desarrollo. En los últimos días se ha hecho viral la escena de Robert Lewandowski (35) negando el saludo a Lamine Yamal. Un instante aislado en pleno Barça-Alavés, cuando los culés remaban a contracorriente y en plena tensión por remontar el partido. Algo que muchos medios han sacado de contexto.
Culemanía se ha puesto en contacto con Arnau Torelló (Mataró, 1993), responsable en psicología deportiva de la cantera del Joventut de Badalona. ¿El objetivo? Profundizar sobre las consecuencias que pueden tener, para un chaval tan joven, este tipo de situaciones en el campo. Momentos delicados en lo más alto de la élite futbolística, que podrían condicionar la toma de decisiones --y la carrera, a la larga-- de Lamine en el futuro. El especialista en cuestión desgrana cuáles son los efectos negativos de las broncas sobre el joven futbolista... pero también los positivos. "Es algo así como un ‘venga, espabílate’", hace hincapié. Depende, en esencia, de la personalidad del chico.
P: Vayamos al grano, porque todos hemos visto ya las imágenes. ¿Cómo puede afectar a Lamine, un chico de 16 años, convivir en un vestuario con cracks que en momentos concretos ejercen su autoridad sobre él?
R: Hay información para dar y tomar. No sabemos cómo le va a afectar, depende de su personalidad, pero esto en la élite del deporte pasa siempre. Los veteranos no son almas caritativas que estén al servicio de ayudar a los jóvenes. Socialmente nos gusta escucharlo, pero al final los veteranos son jugadores de alto rendimiento que quieren ganar siempre. Y se enfadan cuando las cosas no salen bien, como es lógico.
P: Pero el gesto es feo...
R: Que él no le dé la mano, aunque pueda parecer una falta de respeto, no es tan grave. Lewandowski no se la da porque está enfadado, lo está pasando mal. Hay que contextualizar. La situación se da cuando aún no ha marcado los dos goles al Alavés. Cuando el Barça aún no ha remontado. Es algo así como un ‘venga, espabílate’. En la élite hay una jerarquía, y si el jugador veterano te pide el balón... La jugada de Lamine no está mal del todo, pero seguramente Lewy llevaba rato queriendo el balón. Reacciona mal, está claro. Pero también tiene que marcar un poco a los jóvenes.
P: ¿La actitud de Lewandowski puede condicionar o achantar a Lamine?
R: Según la teoría de la autodeterminación, hay consecuencias motivacionales. Un mal gesto puede afectar a la motivación del jugador, el no sentirse reconocido o valorado. Puede ser que deje de hacer acciones individuales porque se siente amenazado por parte de Lewandowski, o bien por parte del grupo. Hay otra teoría, la de la autoeficacia, que es que la confianza pueda verse mermada por la falta de apoyo.
P: Y también puede pasar al contrario, ¿verdad? Que sea un acicate para sacar lo mejor del chico, para enrabietarlo positivamente…
R: Exacto. Las emociones no son positivas o negativas. Y puede ser que esto ayude a Lamine a espabilar. A veces, para aprender y dar un salto, necesitas que alguien te pida una exigencia. Que te empujen. Puede ser que Lamine lo asimile como un aprendizaje. Lewandowski no es un héroe o un super-humano, es un competidor. Y en el fútbol hay momentos de tensión, lógicamente, como en todos los deportes de élite.
P: Los jugadores dicen que este tipo de situaciones son habituales, que forman parte de la convivencia en un equipo ambicioso.
R: Cierto. Ese tema puede afectar, pero lo iremos viendo con el tiempo. Lo que él vive no es positivo o negativo, depende de como lo interprete. Está ligado al tema del aprendizaje social, ahí existe un modelo de comportamiento: que los más veteranos, a menudo, modelan el comportamiento de los jóvenes. Y esos veteranos pueden establecer precedentes muy útiles --o no-- para los jóvenes.
P: Lamine ha ido de más a menos, aunque sigue siendo desequilibrante… ¿Le está afectando la presión mediática?
R: Dentro de que te está mirando mucha gente, hay un nivel de estrés importantísimo. Ellos entrenan para ganar. Lamine tiene esa presión, pero Lewandowski también, aunque ya esté acostumbrado a lidiar con ella. Ya pasaba con Luis Suárez, con un Messi que se enfadaba con algunos jóvenes que no le pasaban el balón… Sin más. Son situaciones que se quedan en el campo. Lo mismo pasa con los rivales, que les pegan hasta en el carnet de identidad... y luego se abrazan con ellos y todo bien.
P: ¿El gesto de Lewandowski prueba que es uno de los líderes en el vestuario? A pesar de que haya sido despectivo...
R: Sin duda, Lewandowski es un megalíder dentro del grupo. Y seguro que está ayudando a los jóvenes. Él sabe que se encuentra en el final de su carrera, y será el primero que quiere que los jóvenes progresen. Pero siempre nos gusta quedarnos con lo malo. En cierto modo, le está enseñando igual que un padre le mete bronca a su hijo porque cree que ha hecho algo mal. Lo apadrina, y estoy convencido de que es el primero que sabe que, si va en contra de alguien de su equipo, está perjudicándose. Seguro que cada día le hace comentarios buenos para que sea mejor.
P: Cómo puede afectar toda esta polémica a la dinámica en el vestuario?
R: Dentro de la teoría de la identidad social, puede afectar a la cohesión del grupo. Todos queremos tener un sentimiento de pertenencia a un grupo, y eso cuando no pasa puede generar divisiones. Y un gesto despectivo puede afectar al espíritu colectivo. Esto es importante, pero yo estoy mucho en contacto con jugadores que pasan por malos momentos, y cuando pierden es un funeral. Nadie se habla con nadie. Para poder rendir, nos tenemos que enfadar. Yo quiero llegar lejos y tú también, y muchas veces no estaremos de acuerdo, pero estas reacciones son para avanzar. Los dos queremos que las cosas salgan bien. El problema sería que nadie se enfadase, que hubiese buen rollo y cohesión social, pero no tan competitiva. Y lo importante es la cohesión competitiva.
P: Se trata de una cuestión de jerarquías y liderazgo, ¿no?
R: El deporte de élite es así. El objetivo es ganar, y ellos dedican muchísimas horas. Los veteranos no son héroes, son personas y tienen ganas de ganar los partidos. En cuanto a liderazgo, hay diferentes tipos. Hay uno más estratégico —como Xavi, que era la extensión de Guardiola—, hay líderes anímicos, líderes resolutivos… Ahora en el Barça el líder resolutivo es Lewandowski, pero no podemos esperar que sea también el líder en todos los aspectos. Es bueno que el grupo tenga liderazgos diferentes. Que se enfaden es bueno. Señal de que el equipo está vivo.
P: Por tanto, ¿le puede venir bien este tipo de situaciones a Lamine Yamal para rebajar los piropos que recibe? Para que no se le suba a la cabeza…
R: Quien no pringa, no aprende. A Lamine todo el mundo le está idolatrando, así que está bien que un veterano lo ponga en su sitio. Los veteranos no están solo para dar palmaditas en la espalda, sino para apretar y exigir. No solo para las cosas buenas, también para las reprimendas. Si Lewandowski le dice que el pase bueno era aquel y no lo que ha hecho, se lo dice para que aprenda y decida mejor en futuras acciones. Forma parte del aprendizaje, de la jerarquía, y de la esencia del fútbol.