Cuando se cumplen 86 días de erupción volcánica en la Palma, el Cumbre Vieja empieza a presentar señales evidentes de agotamiento. A pesar de que la sismicidad y la actividad en el cono principal ha disminuido de forma considerable en las últimas jornadas, este domingo la situación se ha complicado después de una reactivación repentina que ha generado varias explosiones que se han podido escuchar a distancia, así como una columna eruptiva de gases, que supera ya los 4.000 metros de altura.
De hecho, los altos indicies de toxicidad que se dan en el penacho, han obligado a efectivos de la Guardia Civil y del Instituto de Volcanología de Canarias (Involcan) a evacuar los municipios de Los Llanos de Aridane, El Paso y Tazacorte, dado su “peligro real de letalidad”. En concreto, los elevados valores de dióxido de azufre que se registran en el área dificultan incluso acceso al personal del dispositivo de emergencia.
Reactivación del cono principal
Si bien los expertos señalan que la reactivación de estas últimas horas entra dentro de lo normal en cualquier episodio eruptivo. No obstante, desde el Instituto Geográfico Nacional y del Instituto Geológico Minero de España advierten de que hay que ser cautelosos respecto a la erupción, ya que se trata de un fenómeno natural que puede revertir la tendencia descendente de energía de los últimos días.
Este domingo, se han registrado un total de 17 terremotos, el más intenso de ellos, de 3,2 en la escala de Richter, sucedido en Villa de Mazo, a una profundidad de 36 kilómetros. Desde que el volcán de Cumbre Vieja entrase en erupción el pasado 19 de septiembre, los ríos de lava han arrasado más de 1.000 hectáreas entre las que se encuentran plantaciones y más de 2.500 edificaciones. El principal cono volcánico alcanza los 1.124 metros de altura.
Balance de la erupción
Según el IGN, la superficie que ha quedado sepultada bajo las toneladas de lava y ceniza podría cubrir entera la ciudad de Melilla. Por el momento, la erupción deja un balance de 7.000 evacuados y se calcula que el valor de los daños asciende hasta los 900 millones de euros.
En su avance inexorable, las cascadas de material incandescente han ganado terreno al mar, formando las nuevas fajanas, también denominadas islas bajas, o deltas lávicos, que ocupan ya una extensión de más de 70 hectáreas: un espacio que podría albergar el estado del Vaticano.