Giro de 180 grados en la investigación del caso de Anna y Olivia, las niñas asesinadas en manos de Tomás Gimeno, su padre, en Tenerife. Según la Guardia Civil, las últimas hipótesis apuntan a que el parricida podría haber huido después de lastrar los cuerpos de sus hijas y tirar el móvil al mar.
De hecho, entre los agentes de la UCO gana peso la posibilidad de que Gimeno hubiera continuado navegando para quitarse la vida en otro punto. Es decir, en una localización distinta a la registrada por la última señal que emitió su teléfono.
El objetivo de Gimeno
La maniobra habría sido llevada a cabo con la misión de distraer a los investigadores de la Guardia Civil y hacer creer que su cadáver se encontraba en el mismo lugar que el de su última geolocalización. De ser así, para Tomás, las labores de búsqueda se habrían centrado en ese punto y su cuerpo y el de sus hijas jamás serían encontrados.
Con esta acción todavía causaría mayor dolor a su expareja y madre de sus hijas, Beatriz Zimmerman, quien asegura que no podrá iniciar el luto por sus hijas hasta que no encuentren los cuerpos de él y de Anna. Con todo, el buque Ángeles Alvariño localizó el pasado 10 de junio, el cadáver de una de las pequeñas.
Fin de las labores de búsqueda
El cuerpo sin vida de Olivia aparecía dentro de un macuto a 1.000 metros de profundidad junto a otro bulto: una mochila rajada donde todo parece indicar que se encontraban los restos de su hermana antes de que se desprendieran por la abertura.
Tres semanas más tarde, el 30 de junio, la magistrada titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número dos de Santa Cruz de Tenerife decretó el fin de las operaciones del navío en aguas de Tenerife. La decisión fue tomada después de que la juez recibiera un último informe técnico que tildaba de "completamente inabordable" la orografía del fondo marino.