Eva Ugarte: "La comedia me está dando de comer y haciéndome muy feliz"
La actriz se pone en la piel de un personaje muy odioso en 'Por los pelos', claro que ella lo defiende a capa y espada
16 agosto, 2022 00:00Eva Ugarte (Madrid, 1983) lleva un año imparable y un verano en el que va de estreno en estreno. La última película en la que aparece y que llega a nuestras pantallas es Por los pelos, una historia de autoestima, una comedia sobre la alopecia que promete al espectador risas por doquier.
La actriz está más que contenta con este proyecto. Se trata del primero que le ha llevado a rodar fuera de España y con eso satisface ese deseo que siempre tuvo de niña: viajar por el mundo y vivir varias vidas.
Imagen y comedia
Un aliciente más de esta cinta, que pone sobre la mesa la exagerada importancia que se le da a la imagen en estos tiempos de redes sociales, es ver a la intérprete en un papel de lo más odioso. Ella, que siempre despierta el cariño del espectador con sus personajes, está más que contenta al respecto y defiende a su personaje con uñas y dientes.
Crónica Directo aprovecha el estreno de la cinta para conversar con la madrileña y saber más de esa chiquilla que quería ver mundo y que ve cumplido su sueño. También sobre la comedia y el peso que tiene ahora mismo en su carrera. Adelanto: no se siente encasillada. Y sí, sobre los límites del humor también tiene algo qué decir.
--Pregunta: ¿Cómo llegó al personaje?
--Respuesta: Estábamos saliendo de la pandemia e hice una prueba ya con Antonio Pagudo y Nene, porque Nacho [G. Velilla] quería probarme para dos personajes. Ganó Inma, que a mí me hacía especialmente gracia por la comicidad que tienen y lo que había hecho anteriormente.
--En esta película hace el personaje más odioso, pero no sé si usted lo definiría así
--¡Yo siempre lo defiendo! Además me he educado bien en eso de no juzgar a los personajes, hay que comprenderlos. Pero sí, yo ya escuchaba en el set que era odiosa, pero me planté y dije: a ver, todos tenemos una pequeña Inmaculada dentro, esté despierta o no. Inma para mí es la definición del gran sueño americano malentendido. Es de esas mujeres que basan todo en lo exterior, en lo superficial que tiene su origen en la autoestima, que es de lo que va la película. Lo hacemos desde un lugar que no se había tocado antes, como son los injertos capilares, y era necesario reírnos ya de eso. Inma representa lo que no hay que ser (sonríe). Entiendo que sea odiosa, porque es la ambición mal entendida. Ella se intenta poner lo más perfecta que puede, no ha triunfado y lo vuelca en la pareja. A mi, me hace muchísima gracia porque además estoy acostumbrada a hacer personajes muy dulces y me gusta ser un poco la mala, pero Inma también tiene sus motivos internos aunque muy superficiales.
--¿Diría que Inma es un poco víctima de las redes y del qué dirán?
--A mi me encanta que Inma se ponga en primera línea de ataque, pero a través de las redes y la visibilidad se potencian más operaciones. Hay jóvenes que quieren ser como lucen con algunos filtros.
--¿El mundo de la interpretación no tiene algo también de ser esclavo de la imagen?
--Estamos en un momento de transición en muchas cosas. Ahora se pide que todo sea mucho más real y eso me preocupa, que si yo no soy sordomuda no pueda hacer un papel de sordomuda. Pero en el cine siempre han habido hombres y mujeres más o menos atractivos. Sí siento que sobre todo a las mujeres se nos exige "estar bien", quedan esos tópicos. Se ve menos, pero todavía se escucha. Yo también intento estar siempre en mi mejor versión, pero me gusta pensar que no. Lo que sé es que todos tenemos un hueco para contar una historia.
--¿Esa posibilidad de poder contar historias fue lo que le atrajo de la actuación? ¿O qué fue?
--Son muchos factores, yo ya de pequeñita la liaba en el salón, creaba obras y lo desarrollé en el colegio. Y otra cosa que me agobiaba era no poder visitar todos los países del mundo. Entonces, lo que me pasaba con la interpretación es que podía ser un montón de Evas y tener un montón de vidas en una sola. Poder experimentar en micro mucho tipo de mujeres me entusiasmó, porque aunque todos tenemos un ego, la actuación te da la capacidad de meterte en otras pieles, cuerpos, pensamientos, circunstancias. Cuando te pones en la piel de otros creces también como personas.
--Tal vez por eso se tiene la imagen de que los actores son gente más abierta.
--Cuando haces eso, amplías miras y te pones en la piel de otro. También decimos lo que pensamos y estamos más expuestos al público, pero hay gente más conservadora, más tímida... yo misma lo soy. Yo me pongo roja todos los días y considero que es una virtud tener vergüenza.
--Sois muchos los actores y actrices que se consideran tímidas. Es extraño.
--Es que esto es un juego, yo lo considero así. Cuando nos ponemos el chip de que jugamos hay algo de la identidad y la propia persona que se desvanece. Uno se busca herramientas para que te coman cuando eres tan vulnerable. Cuando empecé yo tenía mucha vergüenza, porque en teatro está eso que se llama la cuarta pared, pero en cine y televisión hay muchas personas mirando y la vergüenza te puede superar y llegar al bloqueo.
--Mucha vergüenza pero no para.
--La verdad es que he salido de la pandemia como un cohete a trabajar y en año y medio he hecho ocho películas. También ha sucedido que Por los pelos y Mamá o papá se tenían que estrenar en 2021 y al final se han estrenado ahora. Por suerte, opté por muchos looks para no empalagar.
--Creo que no está sucediendo. Además hace muchísima comedia, ¿le apetece variar o está encantadísima?
--La comedia me está dando de comer y haciéndome muy feliz. Me da mis grandes oportunidades. Aun así, en todas las comedias intento demostrar el drama. Me gustan todos los géneros: el drama, el terror... No me siento todavía encasillada porque me llegan propuestas de todo tipo, pero no voy a querer dejar de hacer comedia. Soy una persona con muchísimo sentido del humor, intento sacarle el punto cómico a todo, pero como actriz yo quiero abarcarlo todo. ¿Esa niña que quería viajar por el mundo se va a quedar sólo en un género? No.
--Bueno, el mundo lo está viendo, porque ya ha grabado en México. ¿Le pica la curiosidad de trabajar en otros puntos del mundo?
--Ese es mi gran gran sueño, trabajar en otros países. En el mío también. Participar en coproducciones, que con las plataformas es más fácil, ya no hay que emigrar a otro país a veces. En mis primeros CV me acuerdo que ponía mis viajes, hasta que una persona se rió de mí. Pero esa voluntad de viajar y abarcar hace que sea mi gran sueño. Por los pelos es la primera película que me ha hecho rodar fuera, que para mi fue un lujo absoluto. Me encantaría viajar, es mi gran sueño.
--Háblenos de ese rodaje en Turquía.
--Nosotros la vimos bastante relajada porque partíamos de tres meses encerrados. Y era como el que está a dieta y se como una hamburguesa. Estuvimos muy unidos, yo estuve siete días y rodé dos y en un parque de atracciones, en una ciudad cargadísima de gente en el que no había mucha gente porque se empezaba a abrir. Fue una maravilla.
--Hablando de esa eclosión pospandémica, en España los teatros han visto cómo el público acudía en masa a la que pudieron, pero la situación en las salas de cine es muy distinta, cuando durante el confinamiento se consumió mucho y ayudó a mucha gente. ¿Duele?
--Me duele y me preocupa, porque hay gente que se te acerca y te pregunta cuándo se va a poner tal peli que está en el cine en plataformas. Ir al cine es entrar en un viaje. Estás en una sala con más gente, ahora que hemos visto que somos gente sociable. Liberarse del móvil por hora y media o dos, con un sonido maravilloso. No es lo mismo cómo se recuerda una película vista en el cine o en casa. Ir al cine se ha convertido en un acto de resistencia. No se va a extinguir pero es necesaria una estrategia para hacer entender a la gente que no queremos ciudades sin cines. Estoy segura. Me da pena cuando algunas salas se convierten en tiendas comerciales. Tengo la fe de que la gente se va a volver a animar a ir al cine, porque no es miedo, ni economía, es comodidad. Hemos de seguir apoyando nuestro cine.
--¿Las comedias son un buen reclamo para llevar a la gente a las salas?
--La comedia ayuda, porque en tu casa te puede salir una carcajada, pero en el cine empieza a reír uno, te hace gracia otra risa, se contagia... Ese abrazo, esa masa que se crea, ese compartir... es un ritual y sales del cine con la sensación de que te han dado un baño de buen rollo. La risa, además, es contagiosa y en el cine te lo pasas mejor. Además necesitamos más comedias y se están haciendo más. De hecho, he escuchado mucho eso de que necesitamos reírnos, bueno pues necesitamos que lo hagáis en el cine. Estamos en un momento de transición peligroso y al final será a lo que nos vayamos acostumbrando. El cine es todo un plan de ocio, un viaje.
--El problema es que ahora hay muchos límites al humor, ¿Teme que hacer bromas de la alopecia puede resultar hiriente?
--No creo, porque se explica todo muy bien. Es alta comedia y hay partes histriónicas, subrayadas con fosforito para hacer humor de ello. No hay una defensa de que esto deba ser así, pero en la sociedad hay muchas Inmas. Si la gente tiene una reacción agresiva, además, es que yo he hecho muy bien mi papel (ríe).
--¿Preocupan estos límites?
--Nos ponemos más etiquetas, queremos estar más abiertos, abogamos por la inclusión y el respeto y luego no hay respeto por otras cosas... Todo eso va a más con las redes sociales, que es como un cerebro abierto que opina y que influye. La gente lo lee, nos preocupamos y nos limitamos. Me gusta pensar que somos libres y que todo depende de cómo te tomas las críticas depende la salud mental. Soy consciente de que películas de los 80 no se harían o reuniones en que ciertas cosas que se leen del guión uno piensa "uy, esto. Lo quitamos". Estamos en transición y no podemos pasar por alto. La creatividad parte de un estado de libertad y no puedes poner límites, luego ya irás limpiando. Los creadores que admiro me gustan porque se han arriesgado. La ficción es un espejo de la sociedad y ahora es el momento de esto que nos está pasando y de lo que no podemos ni hablar. Es preocupante en cuanto limita o coarta la libertad. A mi me parece superaburrido. Podríamos volver a esa actitud macarra de los 80. Y tenemos que mirar por qué nos ofendemos tanto. Se están empezando a poner límites a la comedia y creemos que hay que relajarse y reírse, porque nos está contando algo. La comedia siempre es un gran vehículo para hablar de cualquier cosa, en ella caben casi todos los temas. La base es el respeto, la confianza. Se ha de tener sentido del humor que nos lo tomamos todo muy personal y no lo es tanto.
--Y ahora está mucho en cine pero ¿va a volver al teatro?
--Lo estoy deseando. Me lo preguntan mucho y siempre digo: es que no me llaman para teatro. Es verdad que hace mucho que no hago. Voy a hacer algo muy teatral, sin ser teatro en octubre con la Orquesta Sinfónica de Córdoba: una lectura dramatizada. Es una manera de volver.
--¿Y en cine?
--Este año estreno Reyes contra Santa, una coproducción con México dirigida por Paco Caballero con David Verdaguer, Karra Elejalde... Una comedia para niños con un mundo fascinante. Luego Bajo terapia, una obra de teatro que se hizo en cine. Ahora, ruedo una nueva comedia con Antonio Pagudo. Es ya casi mi pareja oficial